IDD-Lat 2009

Brasil

Brasil prácticamente ha mantenido el Índice con respecto al 2008, y sube un peldaño en el ránking, ocupando el 8º lugar. Este desempeño se debe a la compensación que se produjo entre el crecimiento alcanzado en la Dimensión III, y el leve descenso de la dimensión II y de ambas subdimensiones en la Dimensión IV. El valor del 2009 sigue por debajo del promedio regional, y forma parte del bloque de países de desarrollo democrático medio.

· En la Dimensión II, Respeto de los Derechos Políticos y Civiles, ha interrumpido su curva ascendente. Aún perdiendo valor, no ha descendido en el ránking. Esto se debe fundamentalmente a que pese a los descensos producidos en los indicadores de inseguridad y de género, el resto de los indicadores se ha mantenido estable, y los países que le siguen tampoco han mejorado sustancialmente. En esta Dimensión, Brasil sigue sin alcanzar el promedio de la Región.

· El desempeño de la Dimensión III, Calidad Institucional y Eficiencia Política, ha sido levemente positivo respecto al del año anterior, aunque Brasil continúa ocupando el lugar 14 del ránking. El país mantiene un pobre desempeño en algunos de los indicadores que conforman la dimensión, aunque ya no ha sido afectado por el Factor de Anormalidad Democrática, aplicado en la medición anterior por la crisis institucional que había vivido durante el 2007, por las tensiones institucionales y las denuncias de corrupción a miembros del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo. Los indicadores que han mejorado han sido el de percepción de la corrupción y más fuertemente el de accountability. El indicador de Participación de los Partidos Políticos en el Poder Legislativo se ha mantenido estable. El indicador que ha empeorado fuertemente es el de Desestabilización, por contar con un mayor número de víctimas de la violencia política. Aunque el puntaje obtenido, con respecto al 2008, ha subido un poco más del 13%, el valor de la dimensión sigue estando por debajo del promedio regional.

· Las dos subdimensiones de la Dimensión IV tuvieron el mismo comportamiento: ambas han empeorado. En la Subdimensión Económica se evidencia un descenso más fuerte, que en la Social. Su tendencia negativa hace que descienda dos lugares en el ránking, con respecto al 2008, aunque aún sigue superando el promedio de la Región. Aunque todos los indicadores presentan mejoras, no alcanzan a nivelar el mejor desempeño promedio de la región, que se utiliza para ponderar el desempeño de cada país.

· Los logros en la Subdimensión Social se producen en la disminución de la Mortalidad Infantil, de los Hogares bajo la línea de la pobreza y del Desempleo. El resto de los indicadores se mantiene estable. Ocupa el 7º lugar del ránking, es decir que ha perdido un lugar con respecto al 2008. Sin embargo, aún el valor obtenido se ubica por encima del promedio regional.

Memoria Democrática 2008

Más allá de la lógica propia de las elecciones municipales celebradas, con la preocupación del elector por la gestión de los asuntos locales, estos comicios pusieron en tensión al sistema político brasileño y sus resultados marcaron la agenda política hasta las presidenciales de 2010.

La campaña se desarrolló en medio del creciente impacto de la crisis financiera internacional y demostró que la popularidad de Lula no sufrió el desgaste de sus aliados políticos ni el de los propios candidatos del PT. La batalla por la alcaldía de São Paulo, perdida por Lula y el PT, supuso una doble victoria política para el gobernador paulista José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), quien logró vencer las resistencias internas, e impuso a su candidato Gilberto Kassab, del Partido Demócrata (DEM), reforzando la alianza local PSDB-DEM-PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) de cara a 2010, y al demostrar a los partidarios de su posible rival en el PSDB, Aécio Neves, que Serra sería la alternativa más sólida para enfrentar al candidato del oficialismo.

El “anticipo del debate presidencial”, como se llama a estos comicios en Brasil, fue de tal magnitud que el Congreso Nacional decretó el mes anterior a las elecciones el “receso blanco”, paralizándose prácticamente la actividad legislativa y liberando a los parlamentarios para que acudieran a sus circunscripciones electorales en apoyo de sus candidatos.

Sin embargo, no se produjo una completa nacionalización de la campaña municipal, ya que el análisis de los resultados pone en evidencia que el elector siguió votando con la mente puesta en los problemas y necesidades de sus ciudades.

La campaña electoral y las votaciones, tanto la primera vuelta (5 de octubre), como la segunda (26 de octubre en las ciudades de más de 200.000 habitantes donde ningún candidato hubiese alcanzado el 50% de los votos), se caracterizaron por una normalidad casi absoluta. Sólo la presencia de 6.000 soldados en Río de Janeiro para garantizar la propaganda electoral y evitar las presiones y la compra de votos en las favelas, podía considerarse algo anómalo.

El análisis de los resultados debe concentrarse, por su peso político y económico, en las alcaldías de las capitales de los 26 estados especialmente las más grandes como São Paulo, Río de Janeiro, Salvador, Belo Horizonte y, en menor medida, Porto Alegre.

El tono de la campaña estuvo marcado por la maraña de alianzas locales, con el telón de fondo del apoyo de Lula y la lucha de los candidatos convertidos al lulismo por reivindicar la figura del presidente, lo que se tradujo en la generosidad del gobierno federal en la liberación de recursos para las infraestructuras municipales o para las políticas sociales gestionadas desde las administraciones locales.

Sin embargo, el proceso electoral también dio cuenta de algunos indicadores preocupantes: la mitad de los candidatos a alcaldes en las capitales tenían procesos por crímenes electorales, financieros o contra el patrimonio y la administración pública. En la segunda vuelta, el 70% de los candidatos tenía causas abiertas. La divulgación de los nombres de los políticos encausados fue polémica, al punto que la Asociación de Magistrados Brasileños pidió judicialmente anular las candidaturas de los postulantes con la “ficha sucia”. El Tribunal Supremo Federal rechazó la acción alegando que sería lesiva para el principio de presunción de inocencia.

Una novedad en esta campaña fue la constitución de alianzas entre históricos rivales. Según datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el PT y el PSDB, que han polarizado la disputa presidencial desde 1994, se unieron en más del 20% de los municipios. La mayoría de las veces la alianza giraba en torno al apoyo a un candidato de un tercer partido.

Como telón de fondo de la campaña electoral, aunque sin llegar a ser objeto del debate, se produjo el contagio de la crisis financiera internacional que Lula había subestimado calificándola de “pequeña marejada” o “crisis económica de Bush”. Lula se dio cuenta de la gravedad de la situación cuando percibió el impacto que la crisis tendría en sus proyectos de poder para 2010, sobre todo si implicase la destrucción de empleo, lo que podría comprometer la buena evaluación del electorado sobre su gobierno.

El Presidente utilizó su “Programa de Aceleración del Crecimiento” (PAC) como tarjeta de visita de su candidata in pectore, Dilma Rousseff, a quién impuso una apretada agenda de participación en los comicios municipales para hacerla conocida a escala nacional. No obstante, el deterioro de la economía y la disminución del ritmo de crecimiento del PIB (del 5,1% en 2008 al previsto 3% en 2009), hacían más probable la suspensión de algunas obras muy costosas del PAC o de las empresas estatales, con un impacto negativo para las aspiraciones de Rousseff. Los analistas ya trabajaban con un escenario de dilatación de los plazos de proyectos de inversión de Petrobras, de 2013 a 2020, perjudicados por la caída del precio del petróleo que no hacía rentable la explotación de los yacimientos recientemente descubiertos en la llamada “capa pre-sal”, desde Río de Janeiro hasta Santos.

Pese al “optimismo de fachada” de Lula, como tituló Le Monde, parecía probable que el PAC, que ya arrastraba problemas de gestión, que habían generado paralización de obras por irregularidades administrativas o lentitud en la concesión de licencias medio-ambientales, sufriría más demoras por los efectos de la crisis económica.

El PT y los partidos aliados de Lula como el PSB, Partido Democrático Trabalhista (PDT) y Partido Comunista do Brasil (PCdoB), triunfaron en primera vuelta en capitales con poco peso económico y político, sobre todo en los estados más pobres del norte y nordeste, dependientes de las transferencias federales y de los programas de asistencia social. En los estados más industrializados, poblados y desarrollados del sur y sudeste, el PT sólo ganó en una capital secundaria, Vitória.

Según el TSE, los principales vencedores en las ciudades del llamado G-79 (las 26 capitales y las 53 ciudades con más de 200.000 electores que congregan casi 47 millones de electores, el 36% de los votantes) fueron el PT (10 alcaldes en primera vuelta y 15 en disputa en segunda), el PMDB (10 y 10) y el PSDB (9 y 10). En franca decadencia, el DEM (4 y 2) sufrió un grave revés sólo compensado por la victoria de Kassab en São Paulo.

Al término de la segunda vuelta, el cómputo total de alcaldías situaba al PMDB en primer lugar (1.201 alcaldes), seguido del PSDB (786), PT (559), PP (555) y DEM (500) cerrando el grupo de los cinco partidos con mayor representación municipal.

De todas las ciudades, São Paulo representaba la victoria más codiciada por los partidos, no sólo por su poder económico y por su población. El hecho de que la polarización política entre el PT y el PSDB, tuviera como escenario la contienda en esta gran urbe, hizo de la disputa por la alcaldía el plato fuerte de la campaña. La implicación personal de Lula en apoyo de Marta Suplicy (PT) suponía también una prueba para dilucidar si la popularidad de Lula se transformaba en votos en el mayor colegio electoral del país.

A pesar de ocupar en las encuestas las preferencias de los electores, Marta Suplicy debió conformarse en la primera vuelta con el segundo puesto (33%) y fue superada por un Kassab (34%) en trayectoria ascendente.

Para la segunda vuelta la candidata del PT se había estancado en el 40% de los votos, mientras que Kassab (60%) aglutinaba el voto anti-Marta, ya que los índices de rechazo de Suplicy entre la población eran altísimos. Ni los intentos por asociar a Kassab al ex alcalde Paulo Maluf, ni las insinuaciones divulgadas en la televisión por el PT sobre la orientación sexual del candidato de Serra, hicieron mella en los electores que finalmente castigaron a la candidata apoyada por Lula.

Las elecciones han consolidado al PMDB como el gran partido nacional, en el ámbito federal, de los estados y de los municipios.

La crisis mundial impactó fuertemente en la economía brasileña en el cuarto trimestre de 2008, que descendió 3,6% respecto del tercero. El presidente negó que hubiera recesión, aunque admitió la posibilidad de llegar a una situación cercana al estancamiento en 2009. Sin embargo, en el total de 2008 el Producto Interno Bruto (PIB) creció 5,1%, según informó el Instituto Brasileño de Estadística y Geografía (IBGE), con una cifra cercana a la esperada por el gobierno.

El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social anunció que, para el período 2008-2011, habría inversiones por novecientos mil millones de dólares en los sectores público y privado. Debe recordarse que en el gobierno de Lula se pasó de una producción que cubría el 40 por ciento del petróleo utilizado en el país al autoabastecimiento. A dicha inversión se unió el descubrimiento de yacimientos de petróleo en el mar. El presidente brasileño aseguró que los beneficios de esos hallazgos se destinarán a la educación y al desarrollo del país, por lo que no se incorporarán a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ya que espera industrializar y comercializar los derivados para crear nuevas empresas, que a la vez originarán nuevos empleos.

Brasil ha continuado el proceso de disminución de la pobreza. En el 2003 era del 35%, en el 2008 alcanzó un 24.1%. Un estudio del Instituto de Pesquisa Económica dio a conocer que cerca de cuatro millones de personas superaron la línea de la pobreza entre el 2002 y el 2008, al ingresar a una clase media emergente, en donde ha subido la capacidad adquisitiva de los trabajadores, consecuencia de un aumento del número de personas con empleo formal, que en el primer semestre de 2008 fue de 1.3 millones de nuevos puestos.

El Banco Mundial calificó a la economía de Brasil como la primera de América Latina, la segunda de América y la sexta en el mundo. El Gobierno de ese país tiene mucha confianza en su posición económica internacional, por ello Lula da Silva amonestó a George W. Bush por la crisis crediticia al decirle: “Hemos pasado 26 años sin crecer, y cuando lo hacemos ¿aparecen ustedes y complican las cosas? Se acabó esto de que el mercado lo puede todo. Se terminó una América Latina sin voz propia”.

El presidente cerró el 2008 con índices históricos de popularidad sustentados en la solidez de la economía, pero los reflejos de la crisis financiera internacional podrían empañar su imagen en la recta final de su segundo período de gobierno. Analistas coinciden en que un declive en la economía podría comenzar a socavar la imagen de un gobernante, que resistió oleadas de escándalos a lo largo de su gestión, y poner en aprietos su capacidad de escoger a quien será su sucesor en las elecciones de 2010.

Los próximos dos años serán decisivos para consolidar las opciones de Dilma Rousseff, ministra jefe de la Casa Civil, como candidata de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT). Lula trabajará en adelante en la formación de una gran alianza de centro-izquierda que pueda presentar los logros económicos y sociales de su gobierno como triunfos de su gestión.
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