IDD-Lat 2015

Uruguay


Dimensión I Dimensión II Dimensión III Dimensión IV IDD-Lat 2015
Baja-sube-mantiene
Valor
Posición

7,201

3º

9,485

1°

1,378

4º

1,803

1º

=

10,000

1º

Dimensión Respeto de los Derechos Políticos y Libertades Civiles
Fortalezas Debilidades
  • Voto de Adhesión Política
  • Percepción de respeto de las libertades civiles y derechos políticos
  • Género en el Gobierno
Dimensión Calidad institucional y Eficiencia Política
Fortalezas Debilidades
  • Percepción de la Corrupción
  • Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo
  • Accountability
  • Desestabilización de la democracia

Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren Bienestar
Fortalezas Debilidades
  • Gasto en salud
  • Matriculación secundaria
  • Población bajo la línea de la pobreza

  • Tasa de egreso del nivel secundario
  • Desempleo
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren eficiencia económica
Fortalezas Debilidades
  • Brecha de Ingreso
  • Endeudamiento
  • Inversión

·Desde que se calcula el Índice de Desarrollo Democrático, Uruguay siempre se ha ubicado en alguno de los tres primeros lugares, en lo alto del ordenamiento regional. Este año, repite el mejor puntaje, como lo había logrado en los dos años anteriores y en el año de inicio de la medición del IDD-Lat, en el 2002, liderando el ranking regional (Gráfico 3.81). Uruguay es llevado al puntaje ideal de 10,000 puntos con el que se premia al líder regional, seguido, este año, por Costa Rica, Chile y Panamá. Su mantenimiento en el primer lugar es producto de los incrementos de las puntuaciones de las dimensiones que miden las variables económicas y las sociales, que logran compensar las caídas en democracia de los ciudadanos y de las instituciones.

Uruguay obviamente supera con amplitud el promedio regional e integra el grupo de alto desarrollo democrático. El liderazgo de Uruguay en el puntaje general, se traduce también en liderazgo en dos de las cuatro dimensiones: en calidad de las instituciones y eficiencia política y en democracia económica. De la zona de países de Países del Cono Sur es, junto a Chile, quien presenta este grado de desarrollo, en cuanto que Argentina se sitúa entre los países con desarrollo democrático medio, mientras que Paraguay califica con bajo desarrollo democrático.

·La Dimensión I, Respeto de los Derechos Políticos y Civiles, democracia de los ciudadanos, ya no es liderada por Uruguay, quien baja dos posiciones con respecto al año anterior, colocándose en la tercera ubicación, producto de un descenso de casi un 10#% (Gráfico 3.82). Su comportamiento negativo se debe a una caída en el indicador de voto de adhesión política, que no ha sido compensado por un mejor resultado en género en el gobierno, porque otros países han mostrado avances significativos que elevan el promedio regional de la dimensión I. El resto de los indicadores se ha mantenido en los valores alcanzados en años anteriores, con buenos puntuaciones.

Su puntaje en esta dimensión está muy por encima del promedio regional. Uruguay, a pesar del descenso, permanece en el grupo de alto desarrollo democrático, que lo convierte junto a Chile en los únicos países del Cono Sur con este grado de desarrollo. El resto de los integrantes de Países del Cono Sur recibe la calificación de desarrollo democrático medio, Argentina, Brasil y Paraguay.

· La Dimensión II, que mide la Calidad Institucional y la Eficiencia Política, tuvo un comportamiento levemente negativo, con un retroceso del orden del 1#%, aunque le permite mantenerse sobre los 9,000 puntos (Gráfico 3.83). Se ubica, nuevamente, en el 1º lugar del ranking regional, por los resultados en los indicadores de percepción de la corrupción, accountability, y desestabilización de la democracia, donde Uruguay lidera las puntuaciones entre los 18 países analizados. La única variable que presenta una caída es la de participación de los partidos políticos en el poder legislativo.

Supera ampliamente el promedio regional y obtiene la calificación de país con alto desarrollo democrático en esta dimensión, siendo el único país del Cono Sur en recibir esta valoración. El resto de los países de esa región se divide entre quienes reciben el grado de desarrollo democrático medio, como el caso de Chile, de bajo desarrollo como Argentina y de mínimo desarrollo democrático en los casos de Paraguay y Brasil.

· El valor de la dimensión Social alcanza una mayor puntuación, con respecto al año anterior, que permite que este año se posicione en uno de los valores intermedios de su serie, junto a los del 2006 y 2010, en la medición del IDD-Lat (Gráfico 3.84). Su mejor desempeño lleva al país a ocupar el cuarto lugar del ranking regional, subiendo tres posiciones con respecto al 2014. Su puntuación está por encima del promedio regional, es uno de los diez países que alcanza esta condición.

Casi todas las variables contribuyen al ascenso de la puntuación de la dimensión, salvo el indicador de mortalidad infantil que presenta una menor ponderación, con respecto al año anterior. Uruguay recibe la calificación de alto desarrollo social junto a Chile, Costa Rica, Argentina, Perú y Panamá. Recibe, junto a Chile y Argentina esa valoración por el Cono Sur. Sólo Chile es de la región quien recibe la valoración de alto desarrollo democrático.

· Uruguay aumenta la puntuación de la dimensión económica en más del 37#% (Gráfico 3.85), lo que le permite liderar esta dimensión por primera vez desde el 2002 a la fecha. Consecuencia de la puntuación obtenida, es uno de los diez países de la región que supera el promedio. El indicador que motorizó el avance de Uruguay es endeudamiento, sumado a que el resto de los indicadores se mantuviera con niveles positivos, como es el caso de brecha de ingreso e inversión. Las variables que presentan un retroceso son índice de libertad económica y PIB per cápita.

El grado de desarrollo democrático que presenta Uruguay en esta dimensión es alto, junto a Panamá, México, Chile, Perú y Colombia. Comparte el sitial con Chile en el Cono Sur, en tanto que Argentina califica con desarrollo medio y Paraguay con bajo desarrollo.

Conclusiones

  • Uruguay repite, como en los dos años anteriores, el puntaje ideal de 10,000 puntos.
  • Su mantenimiento en el primer lugar es producto de los incrementos de las puntuaciones de las dimensiones que miden las variables económicas y las sociales, que logran compensar las caídas en democracia de los ciudadanos y de las instituciones.
  • Uruguay obviamente supera con amplitud el promedio regional
  • Integra el grupo de alto desarrollo democrático.
  • Lidera las dimensiones de calidad de las instituciones y eficiencia política y económica.
  • En democracia de los ciudadanos Uruguay baja dos posiciones con respecto al año anterior, colocándose en la tercera ubicación, producto de un descenso de casi un 10#%. Igualmente permanece con valores muy por encima del promedio regional. Es calificada con alto desarrollo democrático.
  • En democracia de las instituciones, tuvo un comportamiento levemente negativo, con un retroceso del orden del 1#%. De todos modos, se ubica, nuevamente, en el 1º lugar del ranking regional. Supera ampliamente el promedio regional y obtiene la calificación de país con alto desarrollo democrático.
  • En democracia social, alcanza una mayor puntuación, con respecto al año anterior. Ocupa el cuarto lugar del ranking regional. Su puntuación está por encima del promedio regional. Recibe la calificación de alto desarrollo social.
  • La dimensión económica presenta una mejor puntuación en casi un 40#%, que le significa liderar la dimensión. Supera el promedio regional. El grado de desarrollo democrático que presenta Uruguay en esta dimensión es alto.

Oportunidades para mejorar el Desarrollo democrático

1.Fomentar una mayor participación de la mujer en las esferas del Estado

2.Optimizar la eficiencia educativa

3.Desarrollar políticas de empleo

4.Potenciar el desarrollo económico hacia un mayor grado de inversión y autonomía fiscal

Treinta años de democracia y tercer período consecutivo del Frente Amplio

Por Federico Irazabal

Cuando el 31 de octubre se celebraron las elecciones nacionales que determinaron que Tabaré Vázquez fuese el segundo ciudadano en alcanzar la presidencia de la República por voto directo, se constituyó además otro mojón histórico, que es la consolidación de un ciclo de treinta años de democracia. Aun en un país de larga tradición democrática como Uruguay esto es significativo, pues si consideramos que la democracia efectiva se alcanzó en 1910 a partir de la instalación de la representación proporcional y la universalización del sufragio, este periodo solamente es superado en un año por el que va desde la asunción de Baldomir en 1942 hasta el golpe de Estado de 1973.

El proceso electoral que comenzó en 2013 con la confirmación de las precandidaturas presidenciales de los partidos viviría su primera etapa el 1.º de junio con la celebración de las elecciones primarias. Estas, entre otras cosas, definen el candidato único a la presidencia por cada una de las colectividades partidarias. Un partido puede presentar a las primarias el número de candidatos presidenciales que desee. Estos candidatos van acompañados de una lista de integrantes para conformar los órganos deliberativos de cada partido, y que en general ratifican a ese candidato, aprueban la conformación de la fórmula presidencial y eligen los candidatos a intendentes departamentales para la instancia de mayo del siguiente año.

Cada partido llegó al comienzo del ciclo electoral con realidades diferentes. Los resultados eran previsibles en todos los casos, salvo en el Partido Nacional, el principal opositor, donde la figura de Luis Lacalle Pou experimentaba un proceso de crecimiento que parecía desafiar el liderazgo de Jorge Larrañaga al frente de su colectividad.

La noche del 1º de junio se conocieron los resultados que determinaron que Tabaré Vázquez, Pedro Bordaberry y Pablo Mieres fueran los candidatos presidenciales por el Frente Amplio, el Partido Colorado y el Partido Independiente, respectivamente. Estos resultados venían siendo previstos por las empresas encuestadoras, y restaba determinar la diferencia con la que Vázquez y Bordaberry se impondrían en sus contiendas partidarias. Toda la atención estaba puesta en la interna nacionalista, que anunciaba un final ajustado, donde las encuestadoras anunciaban un favoritismo de Larrañaga, pero no señalaban un ganador claro. Finalmente, el anuncio del triunfo de Lacalle Pou marcó un punto de inflexión en la campaña, pues su estilo de no confrontación ni crítica a su adversario en la interna iba a mantenerse en la elección nacional. Esta estrategia, que Lacalle denominó "Por la positiva", descolocó a sus adversarios, sobre todo a Vázquez, quien debió modificar y ajustar algunos elementos de su campaña, ante la irrupción de un rival inesperado.

Antes del comienzo de la campaña rumbo a la primera vuelta los partidos definieron sus fórmulas. Tanto el Frente Amplio como el Partido Nacional apostaron al equilibrio generacional y electoral para la conformación del binomio presidencial. La opción de Vázquez por Raúl Sendic se explica por la buena performance del sector de este último en la elección interna, cuando logró desplazar al Movimiento de Participación Popular, el sector del presidente Mujica, el más votado en las últimas dos elecciones nacionales. Asimismo, la apuesta por Sendic era también una clara señal de compensación de la edad de Vázquez, el candidato a presidente con más edad, para enfrentar a Lacalle Pou, el candidato más joven.

La fórmula nacionalista se cerró con la incorporación de Jorge Larrañaga como candidato a vicepresidente. Este quedó a una escasa diferencia de Lacalle Pou en la interna, y su incorporación a la fórmula ayudaría a mantener el electorado de base, uniendo a los dos sectores históricos del partido. Por otro lado, a la inversa de lo que sucedía en el Frente Amplio, Larrañaga aportaría experiencia a un candidato joven, que podría despertar cierta reserva en algunos segmentos del electorado.

En filas coloradas la opción de Bordaberry para completar su fórmula no contempló el equilibrio electoral: convocó a German Coutinho, intendente de Salto e integrante de su mismo sector, dejando fuera al ala batllista del partido, que había sorprendido con casi un 30#% del voto en la interna.

El camino hacia octubre y noviembre

Cuando la noche del 31 de octubre se anunció el triunfo del Frente Amplio por tercera vez consecutiva, no resultó tan sorprendente como cuando se confirmó que este triunfo sería, también por tercera vez seguida, con mayoría parlamentaria. A lo largo de la campaña las diferentes empresas que miden intención de voto mostraban un declive en la preferencia por el Frente Amplio, y un crecimiento de los partidos de oposición, al punto de que la suma de blancos, colorados e independientes superaría al oficialismo en una eventual segunda vuelta.

Estas predicciones contagiaron el animo de los contendientes y del electorado, al punto de generar un estado de opinión que veía posible que el Frente Amplio perdiera el gobierno en un balotaje con Lacalle Pou. Así, la campaña del Frente Amplio adquirió un tono de certeza, apelando a las conquistas obtenidas en los últimos diez años, focalizadas especialmente en el primer gobierno frentista, entonces conducido por quien hoy volvía a ser candidato de la fuerza de izquierda. Por otra parte, un actor clave comenzó a jugar sus fichas: el presidente Mujica. Si bien existe un impedimento constitucional para la participación del primer mandatario en la campaña electoral, Mujica, blindado por la alta popularidad tanto local como internacional, aprovechó cada aparición pública para destacar el desempeño del actual gobierno. Así, se produjo la irrupción en campaña de los ministros del gabinete, que multiplicaron sus apariciones públicas, con cierto malestar de sectores de la oposición.

Lacalle Pou continuó con su estrategia por la positiva, y no logró marcar una diferencia significativa con el Gobierno.

El resultado de la elección de octubre determinó la segunda vuelta para el último domingo de noviembre entre Tabaré Vázquez y Lacalle Pou. A menos de dos puntos de la mayoría absoluta, el camino al triunfo en segunda vuelta aparecía como inexorable para el Frente Amplio, por lo que la campaña de cara a esa instancia simplemente cumplió con la formalidad, ya que el triunfo de Vázquez aparecía como seguro.

El plebiscito por la baja de la edad de imputabilidad penal

Otro punto destacable de la campaña electoral fue el plebiscito para reducir la baja de edad de imputabilidad penal de menores en casos de delitos graves, que se definiría en simultáneo con las elecciones nacionales. La creciente preocupación de los uruguayos por la inseguridad impulsó a un grupo de dirigentes blancos y colorados a presentar un proyecto de reforma constitucional que rebajaría la edad de imputabilidad de los menores a dieciséis años para casos de delitos graves (homicidio, secuestro, violación, rapiña, entre otros), y un modelo de reclusión especial para esos casos. El proceso comenzó en 2011 con la recolección de las firmas necesarias para convocar al plebiscito en la elección nacional siguiente.

Esta iniciativa, si bien fue promovida por sectores colorados y nacionalistas, no logró unanimidad en filas nacionalistas ante la negativa del sector de Jorge Larrañaga de apoyar la iniciativa. Así, Pedro Bordaberry asumió el liderazgo de la propuesta, secundado por dirigentes nacionalistas vinculados al sector de Lacalle Pou. La excesiva identificación de Bordaberry con el proyecto tendió a visualizar al Partido Colorado como una alternativa conservadora y desplazó a los electores batllistas hacia otras opciones. Esto explica en parte la mala votación de ese partido, que alcanzó solamente el 13#% de las preferencias.

El Frente Amplio, el Partido Independiente, la central sindical de trabajadores PIT-CNT y diversas organizaciones sociales vinculadas a los derechos humanos se pronunciaron en contra de la propuesta. Se constituyó una comisión en contra de la iniciativa, que logró revertir una tendencia creciente de apoyo a la reforma. Finalmente, la noche del 31 de octubre se conoció el resultado adverso para quienes proponían la baja de edad de imputabilidad, que alcanzaron el 47#% de los votos. Si bien la iniciativa no prosperó, el ajustado resultado muestra que la preocupación por la inseguridad sigue siendo uno de los temas más sensibles para la opinión publica en Uruguay, y marca un desafío para la gestión del presidente Vázquez que comienza en marzo de 2015.

Ley de cuota ¿femenina?

El ciclo electoral de 2014 también marcó la novedad de que los partidos debían presentar alternancia de género en sus listas a todos los órganos de representación, en un régimen de uno cada dos.

A pesar de ser el primer país de América Latina en implementar el voto femenino, Uruguay se encontraba rezagado en materia de representación equitativa en términos de género. Tanto es el rezago, que la ley fue conocida a nivel de la opinión publica como ley de cuota femenina, a pesar de que en su redacción en ningún momento alude a que la distribución del dos a uno debe ser de una mujer cada dos hombres.

No todos los sectores se mostraron afines a la implementación de la cuota y algunos buscaron esquivar sus disposiciones; por ejemplo, colocando a una misma persona en un cargo igual, pero en diferentes listas, de modo que pudiera asumir solo por una de estas. Casualmente, y no tanto, esos casos siempre estaban referidos a candidatas. Otra de las alternativas que algunos sectores manejaron fue la renuncia con posterioridad a la elección, para dar lugar al suplente respectivo. Tampoco ayuda a la distribución equitativa el pequeño tamaño de la mayoría de las circunscripciones electorales en Uruguay, que eligen a dos representantes, el mínimo establecido. Como casi siempre esos representantes son de diferentes partidos, muchas de las listas son encabezadas por hombres, seguidos por mujeres para cumplir con la alternancia. La asunción del nuevo Parlamento el 1 de febrero de 2015 evidenciaría en qué medida la implementación de esta ley de cuota resulta efectiva.

Aumenta la representación partidaria

Si bien los resultados obtenidos por los partidos mas grandes se parecieron bastante a los alcanzados en la elección anterior, hubo cambios en la cantidad de partidos que lograron representación parlamentaria.

El Frente Amplio y el Partido Nacional experimentaron variaciones casi insignificantes. El Partido Colorado perdió buena parte de los votos con los que sorprendió en 2009, cuando alcanzó un 18#%. Esta vez cayó al 13#%, la segunda peor votación de su historia.

El Partido Independiente, si bien contaba con representación parlamentaria desde su primera comparecencia en 2005, aspiraba a alcanzar un escaño en la Cámara de Senadores, buscando convertirse en el fiel de la balanza entre dos bloques electorales que representan casi dos mitades del electorado. Esa aspiración se cumplió en parte, ya que el 3,1#% de votos le alcanzó para obtener una banca en el Senado, pero la mayoría absoluta del Frente Amplio le impide ser el actor definitorio para alcanzar mayorías.

De esta forma, como sucede desde 1989, el Senado vuelve a tener cuatro partidos en su integración.

Otra de las novedades ha sido la incorporación de Asamblea Popular a la Cámara de Representantes. El partido de izquierda radical alcanzó el 1#% de los sufragios, con los que logró un diputado. Es la primera vez desde 1963 que la Cámara se compone con cinco partidos.

Cambio de titular, probable cambio de rumbo

Una de las mayores interrogantes que dejó el resultado electoral tiene que ver con el estilo de gestión. El triunfo de Vázquez marca el retorno a una línea de conducción más estructurada, que difiere del tono coloquial y a veces improvisado de Mujica. Es justo decir que ese estilo le ganó a Mujica legitimidad y reconocimiento tanto dentro como fuera de fronteras.

Vázquez ha dado ya algunas señales de cambio. La primera es de corte más que nada simbólico: ha retomado el uso del traje y la corbata para sus apariciones públicas, y en declaraciones a los medios ha dejado claro que en su gestión pedirá a sus ministros que usen esas prendas. Si bien parece insignificante, es una señal fuerte de diferenciación de estilos con el presidente Mujica.

Pero no solo en términos de imagen Vázquez pretende mostrar cambios. Una crítica habitual a la forma de conducción de Mujica era sobre la improvisación y las contradicciones en las que a veces caía el presidente. Como señal de firmeza y seguridad, antes de cerrar el año Vázquez designó a su gabinete. Esto no había sucedido con tanta antelación en períodos anteriores, cuando el gabinete se conformaba sobre mediados de enero, producto de acuerdos intersectoriales. Esta vez, el presidente electo sorprendió con el retorno de figuras de su primer gobierno, vinculadas a su círculo de confianza. Resulta llamativa la ausencia de integrantes del sector de Mujica en la proporción de este dentro de la bancada frenteamplista (casi un tercio de los escaños), lo que despertó algunas suspicacias en torno a la relación entre dos de las principales figuras de la escena política nacional.

Otra de las diferencias que se esperan tiene que ver con la política económica. Si bien la economía uruguaya experimentó una desaceleración por cambios en las condiciones económicas internacionales, se cerró un ciclo de doce años de crecimiento ininterrumpido. En 2014 la tasa de crecimiento bajó de 5,1#% a 3,5#%. De todas formas, permitió mantener los niveles de consumo del sector privado y situar la tasa de desempleo dentro de valores mínimos históricos, en el entorno del 6#%.

Dos asuntos preocupan de cara al próximo período: el primero de ellos es la inflación, que se situó en 9,8#%, lejos de la meta del 7#% fijada por el Gobierno. En segundo lugar, el déficit fiscal marcó en 2014 un crecimiento del 2,4#% al 3,5#%, producto en parte de la postergación en el ajuste de precios de las tarifas públicas para contener la inflación.

Queda la interrogante de si el próximo gobierno logrará mantener el ciclo de crecimiento o estará obligado a implementar medidas de ajuste para contener un escenario que se muestra más arduo que los años anteriores.

volver