IDD-Lat 2015

Chile


Dimensión I Dimensión II Dimensión III Dimensión IV IDD-Lat 2015
Baja-sube-mantiene
Valor
Posición

8,449

1º

5,339

5°

2,266

1º

1,328

4º

8,749

3º


Dimensión Respeto de los Derechos Políticos y Libertades Civiles
Fortalezas Debilidades
  • Percepción de respeto de las libertades civiles y derechos políticos
  • Condicionamiento de las libertades por inseguridad
  • Género en el Gobierno
Dimensión Calidad institucional y Eficiencia Política
Fortalezas Debilidades
  • Percepción de la Corrupción
  • Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo
  • Accountability legal y política
  • Desestabilización de la democracia
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren Bienestar
Fortalezas Debilidades
  • Mortalidad infantil
  • Población bajo la línea de la pobreza
  • Gasto en salud
  • Desempleo
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren eficiencia económica
Fortalezas Debilidades
  • Libertad Económica
  • Endeudamiento
  • Inversión
  • Chile ha detenido el descenso en la puntuación general del IDD-Lat 2015, aunque permanece alejado por sexta vez del valor 10 que había conseguido en otras ocho oportunidades, a lo largo de la serie (Gráfico 3.16) y en esta ocasión saliendo del peor puntaje que había obtenido en el 2014, desde el 2002 a la fecha. Este avance es producto de mejores puntajes en dos dimensiones, la democracia de los ciudadanos y la de las instituciones, a pesar de los peores resultados que presentan las dimensiones que miden la eficiencia social y económica, especialmente esta última, aunque no de una magnitud tal que haya podido neutralizar los avances mencionados anteriormente. Sólo en nuestra primera medición (año 2002) y en las correspondientes al 2008, al 2012, al 2013, 2014 y en la actual, Chile ha dejado de estar en el primer lugar del ranking regional. Hoy se ubica en el tercer lugar, aunque no ha perdido la pertenencia al conjunto de países con alto desarrollo democrático, junto a Uruguay, Costa Rica y Panamá. Sigue ubicándose muy por encima del promedio regional. De la Región del Mercosur, junto a Uruguay son los únicos países que mantienen su categoría de alto desarrollo democrático, aunque debemos señalar que es una señal de alerta para Chile mantener una tendencia constante de ya no estar liderando la región.

En la Dimensión I, que evalúa el comportamiento de derechos políticos y libertades civiles, la democracia de los ciudadanos, Chile vuelve a liderar el ranking regional, producto de un ascenso de más del 17#% con respecto al año anterior (Gráfico 3.17). Lejos está aún de su mejor puntuación, que fue la obtenida en el 2011, superando los 9,000 puntos. El incremento no es producto de avances en sus indicadores, especialmente en lo que se refiere a la participación de la mujer en los poderes del estado y en Condicionamiento de libertades por inseguridad, que han sufrido un retroceso; sino por el descenso de Uruguay, quien ha permitido que Chile lo superara en su puntuación final.

Chile es un país con alto desarrollo democrático junto a Costa Rica y Uruguay. Se ubica ampliamente por encima del promedio de la dimensión, que en el IDD-Lat 2015 ha superado el del año anterior. Lo que ayuda a Chile a sostener su puntuación en esta dimensión, es que continúa siendo quien lidera los indicadores de respeto de los derechos políticos y las libertades civiles. Tiene cuentas pendientes en lo que atañe a los indicadores de participación electoral y de participación de género en la política.

·En Calidad Institucional y Eficiencia Política, democracia de las instituciones, Chile se posiciona en el 5º lugar en el ranking regional, descendiendo una posición con respecto al año anterior, a pesar de registrar un leve incremento en su puntuación general. Lejos está de los valores obtenidos en los años donde había liderado el ranking regional (2002 y 2003). El valor obtenido, 5,339 puntos es muy cercano al más bajo que Chile había alcanzado en el 2014. Se observa que, tras las mejoras de 2009 y 2010, Chile inicia una curva negativa (Gráfico 3.18).

Se mantiene en el conjunto de países con desarrollo democrático medio junto El Salvador, Panamá y Honduras. Logra superar el promedio regional. Con respecto a la zona de los países del Cono Sur es el segundo país luego de Uruguay, aunque los diferencia el grado de desarrollo alcanzado en esta dimensión, que en el caso de Uruguay es mejor que el de Chile.

El comportamiento de los indicadores que componen esta dimensión ha sido mejor que en el 2014, especialmente en lo que se refiere a accountability social y percepción de la corrupción, donde Chile lidera la región. El resto de los indicadores se mantiene en valores que justifican la ponderación final de Chile en calidad institucional. Agenda pendiente de Chile es avanzar hacia una menor fragmentación parlamentaria y desarrollar una democracia más inclusiva en lo que se refiere a las minorías que no logran representación institucional en el sistema.

·En la Dimensión que mide el desarrollo social y humano, muestra un retroceso de alrededor del 10#%, lo que es determinado por el comportamiento de los indicadores que se refieren al gasto público en salud y en educación, cuestión que aún debe resolver hacia mejores ecuaciones distributivas. El descenso hubiera sido peor si Chile no avanzara en los indicadores de desempleo y de pobreza y el sostenimiento de resultados positivos en mortalidad infantil.

A pesar de este descenso en la puntuación general, Chile lidera esta dimensión producto de descensos más importantes de otros países, como es el caso de Argentina, que lideraba la democracia social en la región desde hace algunos años. De acuerdo al Gráfico 3.19 Chile ha mostrado una tendencia positiva si partimos de los valores que había obtenido en el 2004 y 2013, cercanos a los 1,000 puntos, donde posteriormente los ha duplicado. Su puntuación lo coloca en el grupo de países con alto desarrollo democrático.

·En democracia económica, luego de su importante caída en la medición de 2009, el país había venido sosteniendo una tendencia creciente entre 2010 (Gráfico 3.20) y 2014, donde llegó a liderar el ranking regional; sin embargo, nuevamente se produce una interrupción de la curva positiva, cuando en esta edición Chile muestra un retroceso del orden del 20#%. Este comportamiento le genera un retroceso también en el ranking, donde se ubica en el cuarto lugar, descendiendo tres posiciones. Sus resultados en Endeudamiento e Inversión explican la puntuación final de Chile en la democracia económica. Sólo mantiene el liderazgo en los indicadores Libertad Económica y PIB per cápita y muestra avances en la variable que mide la brecha de ingreso.

Pese a este resultado Chile aún logra superar el promedio regional aunque pierde la categoría de alto desarrollo democrático, pasando a pertenecer al conjunto de países con desarrollo democrático medio.

Conclusiones

  • Chile ha vuelto a crecer en la puntuación general del IDD-Lat 2015, saliendo del peor puntaje, del 2002 a la fecha, que había tenido en el 2014
  • Retrocede en el ranking como consecuencia de peores puntajes en eficiencia social y económica
  • Se ubica en el tercer lugar
  • Se mantiene en el conjunto de países con alto desarrollo democrático
  • Sigue ubicándose muy por encima del promedio regional
  • Señal de alerta para Chile si continúa en esta tendencia
  • En democracia de los ciudadanos, Chile lidera el ranking regional, producto de un ascenso de más del 17#% con respecto al año anterior. Chile es un país con alto desarrollo democrático. Supera ampliamente el promedio de la dimensión. Es el país que lidera los indicadores de respeto de los derechos políticos y las libertades civiles. Tiene cuentas pendientes en lo que atañe a los indicadores de participación electoral y de participación de género en la política.
  • En democracia de las instituciones registra una mejora con respecto al 2014 y se posiciona en el 5º lugar en el ranking regional. Se mantiene en el conjunto de países con desarrollo democrático medio. Logra superar el promedio regional. Agenda pendiente de Chile es avanzar hacia una menor fragmentación parlamentaria y desarrollar una democracia más inclusiva en lo que se refiere a las minorías que no tienen voz en el sistema democrático aplicado.
  • En democracia social, muestra un retroceso de alrededor del 10#%. Chile lidera esta dimensión, producto del descenso de Argentina. Su puntuación lo coloca en el grupo de países con alto desarrollo democrático.
  • La dimensión económica, presenta un retroceso que la acerca al peor valor de su serie. En el ranking se ubica en el cuarto lugar. Chile mantiene el liderazgo en el indicador de Libertad Económica y PIB per cápita. Logra superar el promedio regional. Sale del grupo de alto desarrollo democrático, pasando a pertenecer al conjunto de países con desarrollo democrático medio.

Oportunidades para mejorar el Desarrollo democrático

  1. Fomentar una mayor participación de las mujeres en los poderes del Estado
  2. Potenciar a los partidos políticos y construir sistemas que inhiban la fragmentación partidaria
  3. Fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas
  4. Fomentar políticas de inclusión democrática posibilitando una mayor integración y contención de las minorías no sistematizadas
  5. Incrementar el gasto público en salud
  6. Mejorar la capacidad de inclusión de su sistema educativo
  7. Profundizar la lucha contra el desempleo
  8. Reducir la política de endeudamiento
  9. Propiciar el incremento de inversiones generadoras de empleo

De la construcción de una institucionalidad democrática a una ciudadanía cuestionadora

Por Michel Figueroa Mardones

Durante los últimos veinte años los esfuerzos de Chile se han enfocado en desarrollar las condiciones necesarias para restituir derechos civiles y políticos por muchos años dejados en el olvido por los efectos del autoritarismo. Así, los primeros esfuerzos se centraron en garantizar derechos como la libertad de expresión, de pensamiento, derecho a la justicia y en asegurar el más amplio derecho a participar en el ejercicio del poder político, hasta lograr un umbral mínimo de condiciones institucionales necesarias para el funcionamiento de un Estado democrático.

Los procesos más importantes ocurridos en el país se pueden exponer en tres categorías.

Procesos económicos

En materia económica, los buenos resultados que por varios años habían acompañado a Chile comenzaron a estancarse. El crecimiento del producto interno bruto pasó de un 4,1#% en 2013 a 1,9#% al cerrar 2014, representando la menor alza en los últimos cinco años. Por su parte, el precio del cobre, mineral pilar de la actividad económica en el país, cerró el año con una variación negativa del 6,4#% en su precio de transacción, afectando directamente el erario fiscal, ya que el presupuesto público depende casi en un 50#% de las ganancias producidas por la venta de este mineral. Sin embargo, ello pudo ser amortiguado por un aumento del valor del dólar respecto a la moneda nacional.

En cuanto al comportamiento de los consumidores, el índice de precios al consumidor (IPC) pasó de 1,8#% en 2013 a 4,4#% en 2014 y generó una disminución sustancial de la actividad económica activada por las personas.

Las diminuciones en la actividad económica, la inversión y el consumo se debieron en gran medida a la reforma tributaria impulsada por el Gobierno; la tramitación de esta ocupó gran parte del año, lo que generó expectativas negativas y desconfianza en los diferentes sectores empresariales.

La reforma tributaria, que en octubre de 2014 se materializó en la ley n.º 20757, tiene como principales ejes: aumentar a tasa de tributación a las empresas de un 20#% a un 25#% en tres años; eliminar mecanismos de tributación que permitían a las empresas o a sus socios eludir impuestos; bajar en un 5#% la tasa de impuestos a la renta de las personas; incorporar impuestos que sancionan el uso de vehículos poco eficientes desde el punto de vista medioambiental y las fuentes fijas de emisión de contaminantes; aumento de los impuestos de timbres y estampillas; gravar con impuesto al valor agregado la compra de propiedades inmuebles nuevas, como las casas y departamentos; así como también aumentar las facultades y atribuciones de fiscalización que tienen los organismos competentes en materia tributaria para disminuir las tasas de evasión tributaria.

Procesos políticos

El hecho que marca gran parte de los fenómenos políticos que ocurrieron en el año partieron el 11 de marzo con el cambio de mando presidencial. El presidente Sebastián Piñera terminó su periodo constitucional de gobierno y dio paso a la presidenta Michelle Bachelet, lo que significó pasar de un gobierno de centroderecha a uno más socialdemócrata, con el apoyo de una amplia coalición política en que está representada la más variada gama de partidos políticos, desde demócrata cristianos hasta comunistas.

En paralelo al cambio presidencial, en el Congreso se instaló por primera vez en la historia republicana una mujer como presidenta del Senado, lo que sin duda tiene un significado simbólico en la escalada que ha tenido la participación de la mujer en la política.

Por su parte, en la Cámara de Diputados el gran cambio vino representado por un grupo de jóvenes, herederos del capital político desarrollado en las movilizaciones estudiantiles de años anteriores, que representan, al menos en las ideas, una nueva generación de hacer política en el país y que en algunos casos lograron ocupar un escaño en el Congreso sin el apoyo de las estructuras de los partidos políticos tradicionales[1].

El gran problema que debe enfrentar la elite política es el bajo nivel de confianza que la ciudadanía expresa en las instituciones políticas y en el Gobierno. Las personas no confían en los partidos políticos ni en la Administración de justicia, así como tampoco en la forma de conducción del Gobierno; solo las instituciones como las fuerzas armadas y las policías alcanzan grados de confianza cercanos al 50#%, según datos de las encuestas[2]. La situación se agrava más cuando se trata de la confianza que tienen los ciudadanos en la presidenta Bachelet que, a pesar de haber sido electa con más de 60#% de las preferencias de voto, a finales del año terminó con una desaprobación de más del 40#%.

Casos de corrupción como el de Corpesca, en que se acusó a una diputada de haber recibido dineros de una empresa pesquera por medio de uno de sus asesores durante la discusión de una nueva ley de pesca que favorecía a los empresarios, en que dicha diputada voto favorablemente al proyecto; el caso PENTA, en donde se podría configurar un fraude al fisco chileno por la empresa del mismo nombre, en donde se utilizaron boletas de honorarios falsas que, entre otras cosas, habría permitido financiar de forma ilegal campañas electorales de varios políticos chilenos, muchos de ellos que ocupan cargos en el Congreso Nacional.

Son sin duda estos casos de corrupción que afectan a la política los que influyen negativamente en la confianza y en la percepción que tienen las personas de los políticos y de cómo el Gobierno está llevando a cabo la tarea de gobernar. La ciudadanía se pregunta si lo hacen inspirados en el bien común o en el beneficio de quienes financiaron sus campañas electorales.

Procesos ciudadanos y sociales

A pesar de los bajos índices de participación electoral, hoy la sociedad chilena ha asumido un rol más activo en el ejercicio de la ciudadanía, ha comenzado a cuestionar asuntos del convivir público que antes eran intocables y ha logrado tomar más fuerzas en demandas de sectores particulares que antes no habían logrado posicionarse.

Este es el caso de las manifestaciones de los estudiantes y sus demandas por mejorar el estado actual de la educación, un tema recurrente en los últimos años en Chile. Sin embargo, hasta ahora no se han obtenido resultados concretos en relación con dichas demandas.

La baja participación electoral no debe asumirse como indicador de que la ciudadanía no está interesada en los asuntos políticos o en la política misma, pues las constantes manifestaciones sociales, las demandas para que el Estado asuma roles más protagónicos en áreas como la educación, la salud o la economía, muestran a una ciudadanía interesada en el rol que debe cumplir el Estado en la sociedad, en la cosa pública, aunque desinteresada de las formas en que se eligen los representantes a los que se les otorga el poder legítimo de tomar aquellas decisiones.

Existe una dicotomía social entre lo que se puede denominar lo político y la política: los ciudadanos están interesados en participar en aquello que es político pero no están interesados en participar en la política, al menos de la forma en que los procesos actuales ofrecen hacerlo.

Entonces, ¿qué nos dice esto de la democracia chilena? Se ha gestado un proceso ciudadano que está comenzando a cuestionar aquellas cosas que deben ser socialmente decididas y a buscar nuevos espacios de participación en el debate público, donde ya no basta la urna del voto, en donde se elige a un representante para decidir asuntos colectivos. En otras palabras, se observa el paso gradual de una ciudadanía en donde se aseguraban derechos civiles y políticos, a una ciudadanía social en donde los ciudadanos demandan obtener un mínimo de bienestar económico, con estándares de educación y salud acordes al desarrollo del país.

Ese espacio de decisión que estaba concentrado en el Gobierno hoy ya no parece tan legítimo, ya que a la ciudadanía no le queda claro cuáles son los intereses reales que representa, y espera crear nuevos canales de participación en donde se pueda asegurar que los intereses comunes son escuchados y se logran cambios concretos.

En conclusión, el 2014 representó un año de profundos cambios en el rol de la ciudadanía frente a los procesos políticos. En Chile la democracia está en un proceso de ampliación gradual de los espacios y contenidos de ejercicio de los derechos. Hoy se espera de la democracia que no solo garantice un método adecuado para elegir a los gobernantes, sino que pueda asegurar un conjunto de libertades y condiciones de bienestar mínimas para la conformación de una sociedad sana. La democracia chilena ha pasado de un proceso de construcción institucional al de una ciudadanía constantemente cuestionante del desarrollo colectivo dado, en donde se exploran nuevos caminos que antes no parecían plausibles.


[1] Estos son los casos de los diputados Gabriel Boric, candidato independiente y Giorgio Jackson, candidato apoyado por el Movimiento Político Revolución Democrática.

[2] Con datos del Estudio Nacional de Opinión Pública de julio y noviembre de 2014, del Centro de Estudios Públicos (CEP).

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