IDD-Lat 2014 |
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Perú |
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Perú, después de un perÃodo de seis años ininterrumpidos de crecimiento, habÃa tenido dos años consecutivos de retroceso (2012 y 2013), pero nuevamente este año pareciera retomar su senda de desarrollo democrático, alcanzando una puntuación de 6,415, lo que significa una mejora del 18% con respecto al año anterior (Gráfico 3.71). Su mejora en la puntuación, sin embargo y merced al comportamiento de otros paÃses, no le ha significado una mejor su posición en el ranking regional donde mantiene la misma ubicación del 2013, en el 5° lugar. El avance en la puntuación general responde a comportamientos positivos en las Dimensiones I, III y IV. La democracia de las instituciones es la única que muestra un retroceso con respecto al año anterior. Con este comportamiento sigue permaneciendo en el grupo de paÃses con desarrollo democrático medio, junto a Argentina, México, El Salvador, Panamá, Ecuador y Brasil y se mantiene por encima del promedio regional. De la zona geográfica a la que pertenece, América Andina, es junto a Ecuador los únicos paÃses que gozan de este grado de desarrollo, mientras que el resto de los integrantes presentan bajo desarrollo democrático, en los casos de Bolivia y Colombia, y mÃnimo desarrollo democrático, en el caso de Venezuela. La puntuación en la Dimensión I, Respeto de los Derechos PolÃticos y las Libertades Civiles, democracia de los ciudadanos, mejora en más del 6% con respecto a la puntuación del año anterior, aunque con este resultado convalida un comportamiento errático. No logra todavÃa alcanzar el mejor puntaje que fue el obtenido en el 2002 (Gráfico 3.72). La variación positiva es producto del avance en las variables de participación de la mujer en el gobierno y del condicionamiento de las libertades por inseguridad, a pesar que el resto de los indicadores se mantuvo estable en valores que no son significativamente positivos. Como resultado de esta puntuación, cambia su ubicación en el ranking regional de esta dimensión, pasando del séptimo lugar que ocupaba en el 2013 al 6º, ubicación donde ya se habÃa situado en el 2012. Su Ãndice se mantiene por encima del promedio regional y en esta dimensión presenta desarrollo democrático medio junto a Costa Rica, Chile, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, El Salvador y Paraguay, siendo tres los paÃses de su región geográfica, América Andina, los que clasifican con este grado de desarrollo, mientras que Venezuela presenta bajo desarrollo y Colombia, un grado mÃnimo. El desempeño de la Dimensión II, que mide la %u201Cdemocracia de las instituciones%u201D, ha tenido, nuevamente, un comportamiento negativo para el Perú, como consecuencia de la obtención de peores valores en los indicadores de Percepción de la corrupción y de Participación de los partidos polÃticos en el Poder Legislativo y fundamentalmente por ser castigado con el Factor de Anormalidad democrática en función de la crisis de gobierno que vivió el paÃs durante el 2013. Su descenso roza el 19% con respecto al valor alcanzado el año anterior (Gráfico 3.73). La variable Accountability ha sido la única que presenta un mejor comportamiento, con respecto al 2013. Perú sigue ocupando, por tercer año consecutivo, el 5º lugar del ordenamiento regional, a pesar de su caÃda. Su puntuación en esta dimensión lo mantiene entre los paÃses que se sitúan por encima del promedio regional. En esta dimensión, Perú integra el grupo de paÃses con bajo desarrollo democrático junto a Guatemala, México, Honduras, Colombia, Paraguay, Argentina y Nicaragua, es decir que en su zona geográfica sólo con Colombia presenta este grado de desarrollo, mientras que el resto de los integrantes de su zona, Ecuador, Bolivia y Venezuela, son calificados con mÃnimo desarrollo democrático. En la Dimensión III, la dimensión Social, se observa un fuerte avance, donde alcanza la mejor puntuación ya que obtiene el mejor valor de la serie (Gráfico 3.75), colocándose entre los mejores puntajes de la Región. Esto es producto de incrementos en todos los indicadores. Por todo esto, sube 2 posiciones en el ranking latinoamericano, pasando del sexto puesto al cuarto. En esta dimensión supera ampliamente el valor promedio regional y clasifica con alto desarrollo democrático junto a Argentina, Chile, Costa Rica y Panamá. Ningún integrante de su zona geográfica, América Andina, recibe la misma calificación, Ecuador, recibe una puntuación que es de desarrollo democrático medio, y Bolivia, Venezuela y Colombia de bajo desarrollo democrático. En la dimensión Económica, el resultado ha sido superior al obtenido el año anterior duplicando el valor del 2013 (Gráfico 3.74), producto de resultados favorables en los indicadores de PIB per cápita, endeudamiento e inversión. Es un llamado de atención el descenso en el indicador Brecha de Ingreso. Por este comportamiento, Perú mejora su ubicación pasando al tercer lugar del ranking regional, dejando la cuarta ubicación. Supera ampliamente el promedio regional y con esta valoración recibe la clasificación de paÃs con alto desarrollo democrático en esta dimensión, junto a Chile, México y Uruguay. Entre los integrantes de su zona geográfica, América Andina, es el único paÃs que recibe esta clasificación; el resto recibe la intensidad media de desarrollo, salvo Bolivia que recibe la categorÃa de mÃnimo desarrollo democrático.
Cuando la disociación se convierte en polÃticaCatalina JiménezEn la quÃmica existe un proceso conocido como disociación, en el que las moléculas de un elemento se separan en partes más pequeñas. Se afectan con ello los vÃnculos que las propiedades y caracterÃsticas le brindan a este elemento y se genera una oscura y permanente inestabilidad. Situación similar sucede en el sistema polÃtico peruano -donde la desconexión entre sociedad y Estado ha aumentado de forma consistente-, y lÃderes, partidos polÃticos, instituciones y colectivos sociales se erigen como moléculas solitarias con incapacidad de establecer lazos que permitan mejorar sus propiedades y con ello la caracterÃstica de su sistema: la calidad de su democracia. Con el fin del gobierno de Alberto Fujimori en noviembre de 2000, Perú encaró un proceso de transición polÃtica en el que la recuperación de la institucionalidad, el balance entre los poderes y la transparencia de los procesos electorales fueron considerados atributos necesarios para restaurar la democracia. Bajo esta premisa, los mandatos presidenciales de Alejandro Toledo y Alan GarcÃa realizaron reformas que, si bien han convertido a Perú en uno de los paÃses con mayor crecimiento económico de la región, no han logrado mejorar el desinterés que siente la ciudadanÃa hacia la polÃtica y evidencian una frágil estabilidad, una débil legitimidad y una precaria gobernabilidad. El gobierno del presidente Ollanta Humala parece mantener esa tendencia dual: espléndidos resultados económicos y deficientes resultados polÃticos. La disociación económica ¿Cuáles son esas disociaciones? La primera se localiza entre quienes conducen la economÃa, la consolidación del modelo económico y los programas redistributivos que afectan a múltiples actores urbanos y rurales. Si bien la evolución de la economÃa peruana reportó un crecimiento de 5,02% en el 2013, de acuerdo con el Instituto Nacional de EstadÃstica e Informática (INEI), impulsado por los sectores de pesca, finanzas, construcción y minerÃa, y por el control de la inflación, este crecimiento no ha tenido el mismo ritmo que años anteriores, contra las expectativas del gobierno y los tecnócratas del Ministerio de EconomÃa y del Banco Central de Reserva. Esta desaceleración es producto del débil crecimiento de las economÃas desarrolladas y de la reducción de precios de los minerales, que representan el 19#% del PIB. El sustento de los resultados macroeconómicos es resultado de la polÃtica de una elite de tecnócratas ortodoxos sin ninguna adscripción partidaria y que se han convertido en decisores polÃticos de primera lÃnea, incluso por encima del Consejo de Ministros o del Poder Legislativo. Al no tener vÃnculos con ninguna organización social o polÃtica, ese cÃrculo es incapaz de escuchar las demandas socioeconómicas que pueden surgir en el proceso de profundización del modelo económico neoliberal y además no ser objeto de accountability por la ciudadanÃa, partidos polÃticos o entes de control institucional. La solidez alcanzada por los tecnócratas ortodoxos les ha permitido ahondar en las libertades económicas, privilegiar la inversión extranjera y aumentar la confianza empresarial elevando la posición de Perú como uno de los más abiertos y seguros de la región. Esto debilitó al sector económico más heterodoxo, cercano a un discurso de izquierda nacional que apoyó a Humala durante la campaña presidencial y que, en un intento por consolidarse dentro del gobierno, propuso estatizar los activos de la empresa española Repsol a través de una compra o la modernización de la refinerÃa de Talará. El resultado de este hecho fue un desgaste en la popularidad del presidente, miedo en los inversionistas y cuestionamientos de los sectores empresariales, que leyeron esta medida como peligrosa para la población debido a la similitud con otras experiencias del continente. La desconexión entre tecnócratas y el resto de la sociedad ha hecho que los programas redistributivos respecto a la pobreza y la inequidad no tengan esfuerzos coordinados y certeros, y ello influye en la efectividad del gobierno. Para hacerle frente, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), creado en 2011, viene diseñando una serie de programas de asistencia, tales como Pensión 65, Beca 18 o Qali Warma. Pese a un relativo éxito, los programas siguen siendo objeto de crÃtica de sectores que ya no son beneficiarios, y con ello aumentan la confrontación sociopolÃtica. La movilización social en zonas rurales impactadas por las economÃas extractivas constituye la visión más crÃtica del modelo económico y de la ausencia de representatividad polÃtica. Aunque el número de acciones colectivas aumentó durante 2013, estas no lograron desestabilizar al gobierno. Sin embargo, se decidió impulsar dos reformas que buscaban bajar la presión a la movilización social a través de instrumentos institucionales que permitieran un diálogo directo entre opositores, sin mediaciones partidistas. La primera fue la aprobación de la ley n.º 29785 sobre la consulta previa a los pueblos indÃgenas; la segunda fue la reingenierÃa institucional y de competencias de la Oficina de Gestión de Conflictos Sociales a la Oficina de Diálogo y Sostenibilidad. Aunque en el papel parecen tener un rol primordial, en la práctica el impacto es mÃnimo; no se ha logrado un vÃnculo efectivo con esos sectores y dejan espacio para que la tecnocracia tome decisiones y se amplifique con ello la desconexión. La disociación polÃtica La segunda disociación se localiza en el marco polÃtico institucional y se evidencia en la frágil institucionalización de los partidos polÃticos, que debilita con ello la representación polÃtica y la legitimidad institucional, dificultando la construcción de vÃnculos fuertes entre el Estado y la sociedad. Esa tendencia aumentó durante 2013 en el marco de un gobierno donde la popularidad presidencial, indicador para algunos incuestionable de gobernabilidad, osciló entre la presión de la oposición, el asunto de la revocatoria del mandato de la alcaldesa de Lima Susana Villarán, la posible elección de la esposa del presidente, Nadine Heredia, como candidata a las elecciones presidenciales de 2016 por el Partido Nacionalista, casos de corrupción y la dificultad para crear coaliciones en el Legislativo que puedan tener resultados efectivos respecto a reformas sustanciales del sistema polÃtico. Pese a lo agudo de la disociación, es necesario destacar el intento de introducir reformas en sectores claves como la educación o el servicio público; sin embargo, el proceso de reformas conllevó movilizaciones de sindicatos y gremios estatales que incomodaron al gobierno y a la tecnocracia y visibilizaron la desconexión de estos con los actores a los cuales afectan dichas reformas. De otro lado, desde la época post Fujimori, al sistema de partidos peruanos se le ha denominado democracia sin partidos, es decir que, a pesar de presentarse a elecciones regulares, las organizaciones partidistas no logran consolidarse a escala nacional, no se erige una democratización interna que permita la selección de lÃderes y miembros a partir de la construcción de una base fuerte y representativa; hay volatilidad electoral y se crean partidos a partir de figuras outsiders. Todo lo cual no permite construir una estabilidad traducida en partidos garantes de representación, legitimidad y capaces de ejercer control polÃtico. AsÃ, el Legislativo fue opositor a iniciativas del Poder Ejecutivo, incapaz este último de mantener coaliciones permanentes con los partidos allà representados, erosionando su tercer año de gestión. Con partidos como el APRA, Perú Posible o el fujimorismo en oposición, asà como los ex presidentes Toledo y GarcÃa, el presidente Humala ve menguados sus aliados polÃticos y con ello la posibilidad de defender polÃticas e incidir en la opinión pública. Dicho aislamiento tiene elevados costos para la gobernabilidad, que necesita tanto de los vÃnculos estratégicos con actores institucionales, movimientos sociales o empresariales. Ejemplo de esta desconexión la brindó el difÃcil episodio del nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional y de los directores del Banco Central de Reserva, por el Congreso del Defensor del Pueblo, el cual terminó en serios enfrentamientos en el Congreso y una movilización ciudadana en contra de lo que se denominó %u201Cla repartija%u201D. Otra situación en la que el tema de la representación parece activarse bajo el uso de ciertos mecanismos lo demostró el proceso de revocatoria de mandato a la alcaldesa de Lima metropolitana, en la que el grupo opositor encabezado por el APRA, lÃderes de derecha, medios de comunicación y afectos al anterior alcalde Luis Castañeda presionaron para que se llevara a cabo tal iniciativa. La alcaldesa, representante de un partido nuevo, Fuerza Social, sin una base social suficientemente consolidada, tuvo que sortear el proceso argumentando el costo en términos institucionales que tendrÃa este hecho. AsÃ, Villarán logró permanecer en el cargo pero no algunos de los regidores del Concejo de la ciudad que fueron revocados. Con nuevas elecciones el 24 de noviembre, la coalición de la mandataria logró un porcentaje pequeño frente al partido opositor que se hizo con gran número de regidores, presionando el gobierno de la alcaldesa. Por último, se suman casos de corrupción o de privilegios a congresistas o funcionarios de regÃmenes anteriores, como el caso de protección a López Meneses ex aliado de Vladimiro Montesinos, que terminó con la salida del ministro del Interior Wilfredo Pedraza del gobierno, o los ecos de la investigación por compras inmobiliarias contra el ex presidente Toledo, lÃder del partido Perú Posible. La disociación poder nacional-poder local La tercera disociación se localiza respecto al ejercicio de las libertades y el grado de poder de grupos locales en ausencia de la presencia del Estado. Si bien Perú ha aumentado la garantÃa y protección del ejercicio de libertades civiles y polÃticas, y se ha situado en una posición optimista frente a otros paÃses de la región, situaciones como la sentencia contra el periodista Cesar Quinó, director del diario El Observador de Chimbote, acusado de difamación por el presidente regional César Ãlvarez, dan una idea de la presión de la que es objeto la prensa regional a causa de su ejercicio de denuncia, vigilancia y control social a los poderes y decisores subnacionales. Esto contrasta con la libertad polÃtica y de expresión percibida por los habitantes de la capital. A esta medida, calificada como un atentado contra la libertad de expresión, se une la percepción de cierta tendencia a la concentración de medios de prensa en manos de poderosos grupos económicos y editoriales, como la compra del grupo periodÃstico Epensa (Correo, Ojo, Aja y El Bocón) por el grupo El Comercio, el cual ha logrado el control del 80#% de la propiedad y venta de publicidad de los diarios, alterando con ello la libre competencia. Con la ausencia de un Estado robusto a lo largo de las regiones y con ello la garantÃa del ejercicio de libertades, la presencia de poderes autoritarios locales e incluso ilegales erosiona la calidad de la democracia que ha sido un proceso largo, doloroso y difÃcil para la sociedad peruana. Finalmente, en el proceso quÃmico de la disociación es posible que las moléculas que habÃan operado de forma solitaria puedan unirse haciendo reversible la situación y dar estructura y estabilidad al elemento. Bajo esa idea, podemos llegar a pensar que la disociación que padece la polÃtica en Perú pueda hacer una recombinación y construir vÃnculos que permitan a todos los actores polÃtico-sociales mejorar sus propiedades y la calidad de la democracia para sus ciudadanos.
1.Generar procesos de construcción de ciudadanÃa. 2.Fortalecer el respeto de los derechos polÃticos y de las libertades civiles 3.Incrementar la lucha contra la corrupción 4.Fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas 5.Mejorar las condiciones de ejercicio de la libertad de prensa 6.Evitar caer en la formulación de medidas que amolden las instituciones a proyectos personalistas 7.Implementar polÃticas de empleo 8.Mejorar la asignación de recursos en las partidas presupuestarias en las áreas de salud y educación 9.Profundizar la lucha contra la pobreza 10.Atender las demandas sociales 11.Implementar medidas de desarrollo económico 12.Optimizar la recaudación fiscal para avanzar hacia una mayor autonomÃa financiera 13.Generar clima favorable a las inversiones
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