IDD-Lat 2014

Chile

Dimensión I

Dimensión II

Dimensión III

Dimensión IV

IDD-Lat 2014

7,220

3º

5,311

4°

2,497

2º

1,725

1º

8,523

2º

Dimensión Respeto de los Derechos Políticos y las Libertades civiles

Fortalezas

Debilidades

  • Percepción de respeto de las libertades civiles y derechos políticos
  • Condicionamiento de las libertades por inseguridad
  • Voto de Adhesión Política
  • Género en el Gobierno
Calidad institucional y eficiencia política

Fortalezas

Debilidades

  • Percepción de la Corrupción
  • Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo
  • Accountability Legal
  • Desestabilización de la democracia
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren Bienestar

Fortalezas

Debilidades

  • Desempeño en educación
  • Población bajo la línea de la pobreza

  • Gasto en salud
  • Desempleo
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren eficiencia económica

Fortalezas

Debilidades

  • Libertad Económica
  • PIB per Cápita
  • Brecha de Ingreso
  • Endeudamiento

Chile nuevamente ha descendido en la puntuación general del IDD-Lat 2014. Con sus 8,523 puntos se aleja, por quinta vez, del valor máximo que había conseguido en ocho oportunidades, a lo largo de la serie (Gráfico 3.26). Este nuevo retroceso es producto de peores puntajes en dos dimensiones, democracia de los ciudadanos y más fuertemente en democracia de las instituciones, que no resultan compensados por los avances registrados en las dimensiones que miden las variables sociales y económicas. Sólo en nuestra primera medición (año 2002) y en las correspondientes al 2008, al 2012, al 2013 y ahora en el 2014, Chile ha dejado de estar en el primer lugar del ranking regional. Positivamente ha logrado ascender de la tercera a la segunda posición, sólo adelantada por Uruguay, como producto del descenso de Costa Rica.

Sigue siendo un país con alto desarrollo democrático y se ubica muy por encima del promedio regional.

En la Dimensión I, que evalúa el comportamiento de derechos políticos y libertades civiles, la democracia de los ciudadanos, Chile ya no sigue liderando el ranking, producto de un descenso de más del 18% con respecto al año anterior. Con sus 7,220 puntos se coloca en la tercera posición del ranking regional. Esta nueva puntuación es su segundo peor valor en la serie, aunque lejos del valor mínimo alcanzado en el 2002 con 5,061 puntos (Gráfico 3.27). La caída se explica por los descensos en los indicadores Voto de Adhesión política y Condicionamiento de libertades por inseguridad, que superan el avance que registra en el indicador de Género. Es uno de los 10 países del IDD-Lat que presenta desarrollo democrático medio en esta dimensión.

En Calidad Institucional y Eficiencia Política, democracia de las instituciones, Chile se posiciona en el 4º lugar en el ranking regional, descendiendo una posición con respecto al año anterior. Esto es resultado del fuerte retroceso en su puntuación, del orden del 25%, con respecto al 2013. El valor obtenido, 5,311 puntos, el más bajo que Chile haya alcanzado desde el 2002, empeora la puntuación registrada en 2008, que hasta el momento era la más baja de la serie. Se observa que, tras las mejoras de 2009 y 2010, Chile inicia una curva negativa, que se confirma en la actual medición con una profundización de la caída (Gráfico 3.28). El descenso se fundamenta en el peor desempeño en los indicadores de Accountability, especialmente la legal, Percepción de la Corrupción y Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo. Aunque todavía supera ampliamente el promedio regional, ya no se ubica en el grupo de países de alto desarrollo democrático en esta dimensión, sino en el de desarrollo democrático medio.

En la Dimensión que mide el desarrollo social y humano, muestra un fuerte avance, de más del 50%, producto de mejoras en los indicadores que miden la eficiencia en educación y en salud y el que presenta el nivel de población bajo la línea de la pobreza; el resto de los indicadores no presenta modificaciones. Chile conserva el liderazgo en el índice de Mortalidad Infantil que se ubica como el mejor valor de la Región. En esta Sub dimensión Chile ocupa el 2º lugar del ranking latinoamericano, mejorando dos posiciones con respecto al 2013 y es precedido sólo por Argentina, por poca diferencia. Su puntuación lo coloca en el grupo de países con alto desarrollo democrático en esta dimensión.

La Dimensión Económica, luego de su importante caída en la medición de 2009, muestra una continuidad de la línea de recuperación iniciada en la medición del 2010 (Gráfico 3.30), alcanzando el mejor valor de la serie y liderando el ranking regional. Este comportamiento es producto de mejores resultados en los indicadores de PIB per Cápita e Inversión. Bajaron los indicadores de Brecha de Ingreso y de Endeudamiento, aunque sus descensos no comprometieron los avances del resto de las variables. Supera holgadamente el promedio regional. En esta dimensión también Chile se posiciona como un país de alto desarrollo democrático.


Chile: una democracia en cambio, pero sin votantes

El año 2013 representó modificaciones en la democracia chilena, la que cambió de mayorías tanto en el Congreso como en la coalición que entró a La Moneda para el período presidencial 2014-2018. La población no quería más a la derecha en el poder. Eso se manifestó con claridad en las urnas, pero por otro lado la desconfianza con el sistema político marcó un hito en la abstención alcanzada en ambas elecciones y en la segunda vuelta presidencial. El voto obligatorio para los inscritos en los registros electorales fue reemplazado por un método de inscripción automática y voto voluntario. En la primera vuelta presidencial y en la elección al Congreso se alcanzó un 50% de participación, mientras que en la segunda ronda presidencial en diciembre la abstención alcanzó al 59 %.

Entre quienes acudieron, el porcentaje más alto del electorado se pronunció en favor de la coalición de la Nueva Mayoría, la antigua Concertación de los partidos Demócrata Cristiano y Socialista, sumado con el apoyo explícito del Partido Comunista. La representante de la coalición, la ahora dos veces presidenta de Chile, Michelle Bachelet, alcanzó un 62,7% de los votos en la segunda vuelta electoral y mayoría absoluta en ambas Cámaras, que le permitirán aprobar una serie de proyectos de ley sin necesariamente consultar a la oposición de derecha, la que solo tiene los votos suficientes para bloquear algunos ámbitos de la Constitución con quórum especial.

Termina en 2014 la gestión del presidente Sebastián Piñera. En general todos los actores han valorado el manejo macroeconómico de la administración, que cerró el 2013 con un crecimiento del PBI del 4,1%. Ello pese a que el precio del cobre ha disminuido, incluso por debajo de la barrera psicológica de los tres dólares la libra en el mercado de metales de Londres. Al igual que en materia de crecimiento, las cifras de desempleo fueron en general auspiciosas, en el orden del 6,1%. Cabe destacar que este es uno de los mejores indicadores en la materia en el ámbito de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el club de los 34 países más ricos del planeta.

Es decir que, desde una perspectiva estadística, el gobierno debería haber cosechado buenos resultados; pese a ello, los índices de popularidad no le fueron favorables. Según todas las encuestadoras, la administración del presidente Piñera nunca subió del 40 % de aprobación, con un promedio apenas por encima de 30 %. La razón de la diferencia entre los resultados económicos y la percepción de la población está en los déficits de manejo político, cuestión que incluso fue criticada por los propios dirigentes de la alianza gobernante, como el senador electo Manuel José Ossandón y el propio presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, colectividad del presidente de La República. Los pocos estudios que existen sobre la materia y la prensa apuntaron a una desconexión entre el gobierno y la ciudadanía en temas de defensa de consumidores, acceso a bienes públicos y, sobre todo, en términos de combate a la desigualdad.

Como evidencia de lo anterior se muestran el nulo castigo a los privados frente al aumento de las denuncias de abusos por parte de empresarios vinculados con los prestadores de salud privados (ISAPRES) y la mala performance del sistema de captación privado de recursos para las pensiones, entre otros. El país aún vive los efectos de las movilizaciones estudiantiles que vienen desde 2011, aunque la situación cambió en parte porque todos los sectores políticos se han sumado a la causa de un cambio en la educación. En este contexto, quizás lo más relevante es que la desigualdad como fenómeno a combatir se instaló en la sociedad chilena para quedarse. No solo fue el centro del debate electoral, sino que incluso los empresarios más conservadores y la prensa más neoliberal asumieron que era un asunto de urgencia para analizar y resolver como país.

Otro hito para Chile fue el 40.º aniversario desde el golpe militar de 1973, el que trajo al poder por más de diecisiete años al general Augusto Pinochet. Se produjo una profunda discusión pública, en el marco de una sociedad que quizás por primera vez se enfrentó de cara a su pasado. El acontecimiento mostró divisiones internas en el oficialismo, especialmente entre los liberales de Renovación Nacional, enfrentados con el otro partido de su coalición, la conservadora Unión Demócrata Independiente. Mientras los primeros asumieron sin reservas su condena al régimen y su récord en materia de violaciones a los derechos humanos, los segundos salieron en defensa de lo obrado por la dictadura. El punto más álgido se dio cerca del 11 de septiembre, cuando fue cerrada la cárcel especial para violadores de derechos humanos conocida como Cordillera, y los presos reubicados en otra instalación penal especial pero con menos privilegios. Ello hizo que se suicidara el general en retiro Odlanier Mena, quien había sido autor material de crímenes y exjefe de la policía política de Pinochet conocida como la Central Nacional de Informaciones (CNI).

Tras cuarenta años, por primera vez todo el país pudo hablar del pasado sin tener que cuidar los límites de lo que hasta entonces se suponía como políticamente correcto. En este sentido, la población mostró un interés inusitado y apareció como una sociedad más madura que aquella de los diez o los veinte años posteriores al golpe militar. El rechazo a la dictadura, desde una perspectiva histórica, quedó en el consenso social a contar desde este año. Ello también explica en parte por qué en el 2013 los partidos de derecha se vieron incapaces de ponerse de acuerdo con su propia historia. Muchos, incluso dentro de la coalición de derecha, culpan directamente al presidente Sebastián Piñera, quien habría alentado esta visión democrática de la derecha, pero alienando a la base electoral más tradicional y, por cierto, al porcentaje de chilenos que aún se considera pinochetista.

El panorama nacional mostró a una población con importantes demandas sociales, y ante lo cual el voto no siempre es el mejor factor para hacerse oír. Sin embargo, nadie discute la actual base de apoyo en las encuestas de la Nueva Mayoría, coalición de centroizquierda detrás de la candidatura de la ex presidente Michelle Bachelet Jeria. Además, el cambio político, social y cultural hizo que Chile durante el 2013 también se contrastara con un fenómeno que en apariencia es contradictorio. La abstención electoral, producto en parte de una campaña que nunca terminó por entusiasmar al electorado, es un condimento, si no clave, muy explicativo del funcionamiento de la democracia chilena en este período. La desconfianza de la población con la actividad política en general es una constante de todas las encuestas y estudios de opinión pública. El cansancio no es necesariamente con una sola coalición política, sino contra toda la clase política y, en especial, la elite económica empresarial.

Es decir, si bien quienes acudieron a votar prefieren claramente la coalición de centroizquierda por sobre la alianza gobernante, tampoco es posible asumir que la población le concedió un cheque en blanco a la futura administración de la presidenta Michelle Bachelet. Por el contrario, es dentro de un marco de descrédito de la actividad pública que se le entrega de nuevo el poder a la Concertación, ahora llamada Nueva Mayoría, siempre y cuando realice cambios profundos en el sistema económico, pensiones y educación. Además, y al contrario de lo que siempre argumentaron los sectores más conservadores, la reforma constitucional está dentro de las prioridades ciudadanas, especialmente de aquellos que concurrieron a las urnas.

En este contexto, resulta interesante que muchas de las demandas ciudadanas de aquellos que votaron y de quienes no acudieron a las urnas se parecen en una característica esencial: muchas son posmateriales o posmodernas. Por primera vez se escuchan voces en las calles que protestan en una sociedad conservadora por diversidad sexual, matrimonio igualitario, identidad de género, medioambiente y pueblos originarios. Ocupan el mismo espacio en la agenda que temas considerados como clásicos, como el salario mínimo, la pobreza o la redistribución del ingreso. En este sentido, el matrimonio igualitario y la diversidad fue un tema central de discusión durante las primarias de la Nueva Mayoría, mientras el tema de las comunidades mapuches en el sur del país y de los pueblos precolombinos tuvo un espacio central en la discusión política durante las elecciones generales.

Todo lo expuesto revela que Chile durante el año 2013 mostró características de una sociedad que ya superó los traumas del pasado. Las discusiones de la transición y la consolidación democrática han quedado muy atrás, y son los efectos sobre la Constitución y la reforma electoral de ese período los que siguen en la agenda pública. Las nuevas generaciones aún toman tiempo para adaptarse a esta realidad en que el voto es voluntario, la inscripción para votar automática, y donde no siempre la oferta electoral entiende este cambio central en la forma de hacer política y elegir a las autoridades.

Los partidos políticos no han cambiado sus estructuras, ni tampoco su aproximación al elector común y corriente. Una de las consecuencias más claras del nuevo sistema es que antiguamente, cuando el voto era obligatorio, existía una correlación entre el despliegue con propaganda en las calles y el resultado electoral. En este nuevo esquema no ocurre lo anterior, pues la motivación para el votante es algún tema en particular, o bien, el contacto directo con el candidato.

No se puede desconocer que, como indicador del funcionamiento de la democracia chilena, aún existen factores para mejorar. Si consideramos como variable dependiente la participación y salud del sistema democrático, este se ve ciertamente influido por una multiplicidad de factores. Así tenemos como variables independientes explicativas un individualismo aún acentuado en sectores relevantes de la población, una clase política que no se termina de adecuar a su realidad en la postransición y la explosión de nuevas demandas. En la medida en que las reformas políticas y sociales sean exitosas y un real compromiso de la población con la actividad pública den resultados, ciertamente los niveles de ¿igualdad? y profundización de los derechos poliárquicos serán cada vez más una realidad.

Conclusiones
  • Chile ha descendido en la puntuación general del IDD-Lat 2014, producto de peores puntajes en democracia de los ciudadanos y más fuertemente en democracia de las instituciones.
  • Sigue siendo un país con alto desarrollo democrático y ubicándose muy por encima del promedio regional.
  • Democracia de los ciudadanos - Dimensión Respeto de los Derechos Políticos y las Libertades Civiles: Chile desciende más del 18% con respecto al año anterior. La caída es resultado de los descensos en los indicadores Voto de Adhesión política y Condicionamiento de libertades por inseguridad. Es uno de los 10 países del IDD-Lat que presenta desarrollo democrático medio en esta dimensión.
  • El voto obligatorio para los inscritos en los registros electorales fue reemplazado por un método de inscripción automática y voto voluntario. En la primera vuelta presidencial y en la elección al Congreso hubo un 50% de abstención, mientras que en la segunda ronda presidencial en diciembre un 59 % de los ciudadanos decidió no participar de la elección.
  • Democracia de las instituciones - Dimensión Calidad Institucional y Eficiencia Política: Chile presenta un fuerte retroceso en su puntuación, del orden del 25%, con respecto al 2013. El valor obtenido es el más bajo que haya alcanzado desde el 2002. El descenso se fundamenta en el peor desempeño en los indicadores de Accountability, Percepción de la Corrupción y Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo. Pese a esto, supera ampliamente el promedio regional y se ubica en el grupo de países de desarrollo democrático medio.
  • En el funcionamiento de la democracia chilena, como en todas las de la región, aún existen factores por mejorar. La participación es esencial para la salud del sistema democrático, pero interviene una multiplicidad de factores en esta situación. Así tenemos como variables que explican parcialmente estas falencias, a un individualismo persistente en sectores relevantes de la población que privilegian excesivamente sus intereses; y a un sistema político que no termina de adecuar su funcionamiento a una nueva realidad en la postransición, expresada en una explosión de nuevas demandas. El desafío que enfrenta la democracia en Chile consiste en lograr reformas políticas y sociales que sean exitosas y un real compromiso de la población con la actividad pública, de modo que los niveles de equidad y la profundización de los derechos poliárquicos sean cada vez más una realidad.
  • Democracia Social - En la Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren Bienestar: muestra un fuerte avance, producto de mejoras en los indicadores que miden la eficiencia en educación y en salud y el que presenta el nivel de población bajo la línea de la pobreza. Se coloca en el grupo de países con alto desarrollo democrático en esta dimensión.
  • El país aún vive los efectos de las movilizaciones estudiantiles que vienen desde 2011, aunque la situación cambió en parte porque todos los sectores políticos se han sumado a la causa de un cambio en la educación. En este contexto, quizás lo más relevante es que la intención de combatir la desigualdad se instaló en la sociedad chilena para quedarse. No solo fue el centro del debate electoral, sino que incluso los empresarios más conservadores y la prensa asumieron que era un asunto de urgencia para analizar y resolver en el país.
  • Democracia Económica - En la Dimensión capacidad para generar políticas que aseguren Eficiencia Económica: alcanza el mejor valor de la serie y lidera el ranking regional, producto de mejores resultados en los indicadores de PIB per Cápita e Inversión. Supera holgadamente el promedio regional. En esta dimensión Chile se posiciona como un país de alto desarrollo democrático.
  • Termina en 2014 la gestión del presidente Sebastián Piñera. En general todos los actores han valorado el manejo macroeconómico de la administración, que cerró el 2013 con un crecimiento del PBI del 4,1%. Al igual que en materia de crecimiento, las cifras de desempleo fueron en general auspiciosas, en el orden del 6,1%.
volver