IDD-Lat 2014

Brasil

Dimensión I

Dimensión II

Dimensión III

Dimensión IV

IDD-Lat 2014

5,165

9º

2,454

16°

0,952

6º


-0,322

11º

4,197

10º

Dimensión Respeto de los Derechos Políticos y las Libertades civiles

Fortalezas

Debilidades

  • Voto de Adhesión Política
  • Género en el Gobierno
  • Inseguridad
Calidad institucional y eficiencia política

Fortalezas

Debilidades

  • Acceso a la información pública
  • Percepción de la Corrupción
  • Alta fragmentación de partidos políticos en el Poder Legislativo
  • Accountability
  • Desestabilización de la democracia
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren Bienestar

Fortalezas

Debilidades

  • Desempeño en educación
  • Desempeño en salud
  • Población bajo la línea de la pobreza
Dimensión Capacidad para generar políticas que aseguren eficiencia económica

Fortalezas

Debilidades

  • Brecha de Ingreso
  • Endeudamiento

Brasil no logra sostener su curva ascendente, iniciada en 2004, y presenta una caída con respecto al Índice de Desarrollo Democrático del año anterior, cercana al 18% (Grafico 3.11); lo que produce que modifique su posición en el ranking, donde se ubica en el 11° lugar, perdiendo tres posiciones con respecto al 2013. Este resultado lo vuelve a situar en la franja de puntaje que lo identifica como país con desarrollo democrático medio. Este retroceso en el desempeño se debe a las caídas en las Dimensiones II (democracia de las instituciones) y IV (democracia económica), que no se ven ser compensadas con los avances logrados tanto en la dimensión de la democracia de los ciudadanos como en la democracia social. Por otro lado, esta puntuación de 4,197 puntos ubica al país por debajo del promedio regional. En esta edición, Brasil se aleja de México, el otro país que forma parte de la zona que denominamos Megapaíses.

En la Dimensión I, Respeto de los Derechos Políticos y Civiles, la democracia de los ciudadanos, el país empieza a despegar de la zona de baja puntuación, ya que obtiene nuevamente un mejor resultado respecto del año anterior y alcanza su mejor valor desde 2002 (Gráfico 3.12). Aunque se ubicaba en toda la serie 2002-2012 en una meseta cercana a los 4,000 puntos, en esta última medición supera los 5,000 puntos, creciendo este año alrededor del 4%. Por ello mejora dos lugares en el ranking, ubicándose en la octava posición.

Persisten, sin embargo, bajas puntuaciones en los indicadores de Condicionamiento de la libertad por Inseguridad y de Género. Su puntuación en el resto de los indicadores lo sitúa en niveles similares al resto de los países de la Región. Por primera vez logra superar el promedio regional de esta dimensión.

La peor puntuación de Brasil en esta dimensión fue la obtenida en el 2002 con 3,791 puntos y la mejor, como mencionamos anteriormente, es la de este año con 5,165 puntos.

El desempeño de la Dimensión II, Calidad Institucional y Eficiencia Política, democracia de las instituciones, ha sido muy negativo respecto al del año anterior (Gráfico 3.13), con una caída de casi un 40% e impacta fuertemente en el resultado general del desarrollo democrático del país. Alcanza los 2,454 puntos, convirtiéndose en el peor valor de la serie, desde el 2002 a la fecha. El descenso de este año provoca también una importante caída en el ranking regional, descendiendo seis posiciones, pasando del 10º lugar al 16º. Este movimiento es producto de caídas en todos los indicadores. El mayor impacto se produce en el indicador que mide la Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo, donde Brasil obtiene el peor puntaje de los 18 países que medimos en el IDD-Lat. Otro descenso importante se produce en el indicador de evalúalos controles de la democracia, el de Accountability. El valor general alcanzado en la Dimensión II se aleja fuertemente del promedio regional. La peor puntuación de Brasil en la serie 2002-2014, en esta dimensión, fue la obtenida este año, como mencionamos anteriormente con 2,454 puntos y la mejor en el 2011, con 5,083 puntos.

En la Dimensión III, la que evalúa el desempeño de la gestión democrática en sus resultados sociales, Brasil presenta una puntuación superior a la obtenida en el 2013 (gráfico 3.14), aún sin equiparar su mejor valor histórico que había obtenido en 2011, con 1,154 puntos. Recordemos que el peor valor de la serie fue el obtenido en el año 2006 con -0,200 puntos. Se mantiene por encima del promedio regional, ubicándose en un nivel de desarrollo mediano.

El indicador de Mortalidad Infantil continúa mejorando, dando continuidad a una política esencial, ya que detrás de un punto porcentual menos de este indicador hay una política pública que acompaña no sólo con recursos sino fundamentalmente con decisión política. Reducir el indicador de mortalidad infantil no es cuestión que se pueda generar de un año para el otro, sino que es resultado de políticas de largo plazo y pareciera que Brasil está encaminado hacia ese rumbo. Los indicadores que muestran también leves avances son los que miden el nivel de desempleo urbano y la población bajo la línea de la pobreza. El avance de Brasil ha sido del 40%, compensando la caída que había sufrido en el 2013 en la misma intensidad, lo que le significa permanecer casi en la misma ubicación; en esta oportunidad ocupa el sexto lugar, una posición menos que el año anterior. Aún con variaciones numéricas en el resultado de la dimensión, este lugar en el ranking regional se viene repitiendo desde el 2011.

La dimensión Económica, evidencia un fuerte descenso que la lleva a ubicarse muy cerca del peor valor de la serie, que había sido el obtenido en el 2005 con -0,441 puntos (Gráfico 3.14). En este caso, esa tendencia negativa logra que Brasil cambie de posición en el ranking llegando al 11° lugar y empeorando cinco lugares con respecto al 2013. Después de siete años sin interrupción que Brasil había superado el promedio regional de esta dimensión, nuevamente se ubica por debajo del mismo. Todos los indicadores presentan caídas, fundamentalmente las variables de brecha de ingreso y de endeudamiento.

Brasil en 2013: despertando del sueño

Jaime Baeza

Este fue el año en que Brasil despertó de un sueño maravilloso, inducido por Goldman Sachs en 2001, pero también alimentado por un vacío de influencia internacional que con inteligencia había conquistado previamente el ex presidente Lula da Silva durante sus dos períodos al mando del país. En estos años de gloria se creía que Brasil no solo sería la sexta economía del mundo, sino que además sería una potencia emergente que actuaría como líder regional indiscutido en Sudamérica. Sin embargo, en este año el crecimiento económico fue del 2% del producto interno bruto, muy por debajo de lo que registraron las otras economías emergentes llamadas BRICS (Brasil, Rusia, India, China y algunos suman a Sudáfrica). En este sentido, 2013 representa la caída y el no despegue.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, el club de las naciones más desarrolladas, sostiene en un informe de 2013 que los problemas a los que se enfrenta el gigante sudamericano se deben a los grados persistentes de desigualdad. Esta no solo tiene que ver con pobreza, sino que también se relaciona con falta de infraestructura, altos costos en la mano de obra y bajo nivel de preparación técnico y profesional de segmentos importantes de la población, a la vez que un sistema tributario complejo, problemas de acceso al crédito y frenos innecesarios al comercio internacional.

La bomba de tiempo estaba preparada para un país que venía realizando grandes inversiones para recibir el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, pero con una capacidad instalada que no era capaz de cumplir sus compromisos en materia de avance de obras y resultados concretos.

Pese a ello, la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff había sobrevivido, más sobre la base de percepciones de aprobación personal que en la visión que tuvieran los ciudadanos sobre la política y los políticos en general, incluyendo a quienes están en su Administración. Además, desde el inicio de su mandato, el Partido de los Trabajadores había tenido que lidiar con una serie de partidos menores para tener las mayorías que aprueban sus proyectos de ley fundamental, en un marco que tradicionalmente ha sido clientelar y con malos indicadores de corrupción. En esta materia, Transparencia Internacional ubica a Brasil en el lugar 73.º del ranking mundial; hubo mejoras en materia de probidad en el sector privado pero no puede subir más debido a la corrupción política.

En este contexto, tampoco ha sido fácil tratar con un Congreso que en los últimos años tiene una gran crisis de credibilidad. Alrededor de doscientos congresistas (senadores y diputados) han enfrentado juicios por casos de corrupción. Al inicio de su gobierno, Rousseff tuvo que realizar cambios ministeriales también por culpa de la corrupción.

Sin embargo, pese a que esto afecta la calidad y la salud de la democracia de manera relevante, no había alcanzado aún el nivel de molestia y de protesta en la calle. Pero todo cambió, y quizás para siempre, en junio de 2013. Una protesta contra de los gastos del Mundial, que reunió a principios de mes a dos mil manifestantes, para finales de junio era de un millón de personas en 85 ciudades, a la vez que se expandía en las redes sociales. Cabe recordar que Brasil es el segundo país con más conexiones a Facebook después de Estados Unidos.

Esto hace realidad lo que muchas veces se ha dicho, Brasil son varios países conviviendo en un mismo territorio. En 2013 detonó un enojo social larvado por años en buena parte de la población. Sería ingenuo suponer que todo fue por culpa de un alza injustificada del precio del autobús en San Pablo o el costo del Mundial, por alto que haya sido. Existe un déficit democrático fundamental que no ha sido cubierta por ninguna fuerza política.

En este sentido, al análisis que realiza Latinobarómetro de la realidad brasilera es realmente interesante. En su informe 2013, resalta que Brasil es uno de los países con más bajo apoyo a la democracia en todo América Latina y uno de los que tienen la minoría más alta en apoyo a un hipotético régimen autoritario que reemplazara formas poliárquicas de gobierno. En este contexto, igual se reconoce que desde 1995 a 2013 ha habido una mejoría de 9 puntos porcentuales, pese a que años atrás del 2001, sólo alcanzó 30%. La actual cifra es de 49%, lo que demuestra una mejoría. Sin embargo, lo que más preocupa es la existencia de un 21% que considera preferible un gobierno autoritario, uno de los más altos de la región, aunque más bajo que el 35% de exactamente una década atrás en 2003. Es decir, preguntados antes de que estallaran las protestas, la democracia no era tan popular como en otras áreas del continente, y probablemente, la evaluación que ya existía del funcionamiento institucional era pobre. En este sentido, cabe preguntarse cuáles serían esos resultados tras el estallido de las protestas.

Dado lo presentado hasta ahora, llama la atención lo que el mismo informe Latinobarómetro de 2013 reconoce como la posibilidad de una crisis de expectativas de los propios brasileños con respecto a su futuro.

Una de las cosas que más se repite en las protestas y en la discusión de los ciudadanos de a pie es una creciente distancia entre la realidad formal, muchas veces mostrada en los medios de comunicación, con la realidad de la calle.

No cabe duda que durante el gobierno del presidente Lula mucho se avanzó en planes contra el hambre y la pobreza más dura de la sociedad. Por otro lado, también se avanzó en materia de innovación, ciencia y tecnología, con un aumento de más de 100% del presupuesto para investigación universitaria. Brasil es un país que produce aviones y productos aeronáuticos, tiene una industria de entrenamiento de las más avanzadas fuera del mundo desarrollado. A eso se debe sumar un mercado de industria de celulosa, petroquímica, combustibles de alcohol, caña de azúcar y otros tantos derivados de commodities que el país exporta. Sin embargo, la población no percibe ni recibe los resultados de este avance. Ello redunda en una crisis de expectativas dada por altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso, que afecta a la democracia y, sobre todo, a que la población no se siente integrada a los beneficios de una democracia y un Estado de derecho que no funcionan igual para todos.

Por esto no llama la atención que el rechazo sea contra toda la clase política. Las gobernaciones de Río de Janeiro y San Pablo están en manos de la oposición, así como también dichas alcaldías. Sin embargo, en la furia no se distinguieron colores políticos y todas ellas fueron literalmente asaltadas y rodeadas con protestas, ya no a un gobierno, sino al régimen político. Este es un elemento que debemos resaltar. La oposición al sistema en su conjunto representa un desafío para la elite política y económica. Dado el panorama político, y a pesar del rechazo sistémico, es relevante entender que entre quienes participan de la democracia formal, también existe una división geográfica relevante que separan los apoyos al gobierno de aquellos que tiene la oposición.

Como ya señalamos, los dos centros urbanos relevantes de San Pablo y Río de Janeiro están en firmes manos de la oposición. En el primero de ellos, el gobernador es Geraldo de Alckmin, del opositor Partido de la Social Democracia Brasilera (PSDB), fundado por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y en cuyo seno conviven democristianos y socialdemócratas contrarios al gobierno. Algo similar ocurre con el estado de Río de Janeiro, donde el gobernador Sérgio de Oliveira Cabral es militante del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que, si bien fue opositor a la dictadura militar, se ubica en la centroderecha del espectro político. También el sur del país es claramente opositor. Es decir, el apoyo al gobierno está en los campos y en el nordeste. Y también es claro que la masa urbana no es partidaria del gobierno. Esto no ha sido muy diferente en elecciones anteriores pero puede ser relevante para las elecciones presidenciales de 2014, dado que un cambio en otros sectores geográficos del país y por cifras marginales es posible, cansados de no ver el desarrollo para sí mismos.

Todo el fenómeno puede generar un cambio de coalición en el poder. Para ello, el candidato Aécio Neves, de Minas Gerais, quien es militante del PSDB y nieto del mítico ex presidente electo y trágicamente fallecido Tancredo Neves, se perfila como fuerte competidor para arrebatarle la primera magistratura al Partido de los Trabajadores.

Frente al escenario que se está creando, la respuesta de la presidenta Rousseff fue tratar de dejar en claro que había escuchado la voz de las masas marchantes y apaleadas en las principales calles del país. En un principio incluso promovió la idea de referéndums que pudieran revertir aquellas decisiones que el Congreso Nacional no estuviera dispuesto a votar favorablemente y que significaran cambios sociales. A poco de andar, también los elementos de democracia directa propuestos desaparecieron, probablemente porque una evaluación en frío de las consecuencias de dicha medida la hacían desaconsejable, aun más en un ambiente crispado socialmente.

Pese a lo anterior, un elemento que llama la atención es la diferencia generada entre el rechazo que produjo en importantes sectores de la población la realización de la Copa Confederaciones de la FIFA, o incluso los nuevos costos revelados para los estadios que albergaron la Copa del Mundo 2014, con respecto la visita del papa Francisco a la Jornada Mundial de la Juventud Católica. Pese a protestas aisladas de sectores de jóvenes antisistema, la gran mayoría de la población aplaudió la visita del pontífice argentino. Quizás fue el único momento de paz en el país, en un año donde se perdieron muchas certezas del pasado y despertó la calle, cansada de un sueño que ya no era real. El efecto sobre la democracia y su calidad está por verse, pero hay signos de preocupación en el horizonte.

Conclusiones
  • Brasil presenta una caída, con respecto al Índice de Desarrollo Democrático del año anterior, cercana al 18%.
  • Se sitúa en la franja de desarrollo democrático medio.
  • El país se ubica por debajo del promedio regional.
  • Democracia de los Ciudadanos. En la Dimensión Respeto de los Derechos Políticos y Civiles, el país empieza a despegar de la zona de baja puntuación, ya que obtiene nuevamente un mejor resultado respecto del año anterior. En esta última medición supera los 5,000 puntos. Persisten, sin embargo, bajas puntuaciones en los indicadores de Condicionamiento de la libertad por Inseguridad e Igualdad de Género. Por primera vez logra superar el promedio regional de esta dimensión.
  • Democracia de las Instituciones. El desempeño de la Dimensión Calidad Institucional y Eficiencia Política ha sido muy negativo respecto al del año anterior. Obtiene el peor valor de la serie. La mayor caída se produce en el indicador que mide la Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo, donde Brasil obtiene el peor puntaje de los 18 países. El valor general alcanzado en la Dimensión II se aleja fuertemente del promedio regional.
  • Las protestas en todo el país, el espionaje cibernético y la histórica prisión para miembros del PT por el escándalo de corrupción del Mensalao marcaron el 2013, un año de demandas cívicas y sociales. La presidenta Dilma Rousseff debió afrontar multitudinarias movilizaciones que se dieron en más de 80 ciudades, inicialmente organizadas en San Pablo por el Movimiento Pase Libre contra del aumento del transporte, pero que rápidamente se extendieron a todo el país y ampliaron sus reclamos contra la corrupción, los gastos por la Copa del Mundo y los deficientes servicios de salud y educación. Durante la compleja ola de protestas cobró protagonismo también el grupo anarquista Black Block -con vandalismo y represión incluidos- atrayendo la mirada de todo el mundo.
  • El Mundial de 2014, con sus millonarios costos para las arcas públicas y sus poco transparentes mecanismos de concreción de las obras necesarias para su realización, fue, junto con la lucha contra la corrupción, el foco de las demandas centrales de los protagonistas de la "primavera brasileña". Tras una violenta represión policial en Sao Paulo, se propagó a todo el país exigiendo mejoras en salud, vivienda, transporte y educación.
  • El PT se enfrentó a uno de los momentos más duros de su historia, cuando el Supremo Tribunal Federal (STF) condenó por corrupción y ordenó el arresto de José Dirceu, ex jefe de Gabinete de Lula; José Genoíno, ex presidente del PT, y Delúbio Soares, ex tesorero y uno de los fundadores del partido, conmocionando dentro y fuera de ese espacio.
  • En el ámbito de derechos humanos, durante este año comenzaron las investigaciones de la Comisión de la Verdad con el objeto de esclarecer los casos de violación de derechos humanos y en esa línea, se produjo la exhumación de los restos del ex presidente Joao Goulart para determinar si murió de un ataque cardíaco o si fue envenenado como parte de la Operación Cóndor.
  • Democracia Social. En la Dimensión que evalúa el desempeño de la gestión democrática en sus resultados sociales, Brasil presenta una puntuación superior a la obtenida en el 2013. Se mantiene por encima del promedio regional, ubicándose en unnivel de desarrollo medio.
  • El indicador de Mortalidad Infantil continúa mejorando. Las variables que muestran también leves avances son los que miden el nivel de desempleo urbano y la población bajo la línea de la pobreza.
  • Una de las conquistas consolidadas fue haber sacado de la pobreza extrema, a través del programa Brasil sin Miseria, a 22 millones de personas, que reciben 70 reales (33 dólares) por mes. Rousseff dio continuidad a ese subsidio entregado a familias pobres y sumó Brasil Sin Miseria, destinado a los grupos con problemas sociales extremos. Ahora el desafío del Gobierno es incluir en Brasil sin Miseria a las 550 mil familias que aún no reciben esa ayuda, un objetivo complejo, pues se trata de ciudadanos que viven en la calle o no guardan ningún vínculo familiar, lo que afecta la tarea de los asistentes sociales. Al asumir, en enero de 2011, Rousseff prometió que en sus 4 años de mandato iba a construir 2 millones de viviendas como parte del plan Mi Casa, Mi Vida, una cifra que ya fue alcanzada en noviembre del 2013, y se estima que en diciembre del 2014 se llegue a los 2,8 millones de unidades. La meta de proteger el empleo y la renta de los trabajadores también fue cumplida, ya que el desempleo registró uno de los menores índices de la historia, el 4,6% en noviembre, y la renta sigue aumentando.
  • Las políticas de combate a la pobreza han sido reconocidas por la ONU y hasta por sectores de la oposición, como el precandidato presidencial Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, que prometió continuarlos si fuera elegido. Aun así partidos que se oponen al Gobierno le reprochan el supuesto carácter populista y electoralista, ya que tanto la Bolsa Familia como Brasil sin Miseria establecen "lazos paternalistas" entre el Estado y los beneficiados.
  • Democracia Económica. La dimensión Económica, evidencia un fuerte descenso que la lleva a ubicarse muy cerca del peor valor de la serie. Se ubica por debajo del promedio regional. Todos los indicadores presentan caídas, fundamentalmente las variables de brecha de ingreso y de endeudamiento.
  • El PIB de Brasil ha mostrado signos de agotamiento y ha crecido un 0,6% en el primer trimestre en relación al anterior, tras un magro 0,9% en 2012 y 2,7% en 2011, lejos del eufórico 7,5% de 2010. Además, en los primeros cinco meses del año, la séptima economía mundial acumuló un déficit comercial de 5.392 millones de dólares, el peor resultado para este periodo desde el inicio de la serie histórica. Las medidas de corte keynesiano que Dilma Rousseff ha lanzado en respuesta desde 2011 no han logrado el objetivo perseguido: estimular la economía para crecer por encima del 5%, pues hacerlo por debajo no le sirve para transformarse en la potencia emergente que aspira ser. El último de estos planes supone la entrega de 18.700 millones de reales (unos 8.700 millones de dólares) en préstamos baratos para la compra de electrodomésticos para impulsar el poder de compra de los brasileños. Esa línea de crédito estará destinada a participantes de un programa de viviendas sociales llamado %u201CMinha Casa Minha Vida%u201D. Será financiado por el Tesoro de Brasil, que suele vender deuda local y transferir los fondos a bancos estatales que entregan los créditos a los clientes.
Oportunidades para mejorar el desarrollo democrático

1.Fortalecer el respeto de los derechos políticos y de las libertades civiles

2.Incrementar la lucha contra la corrupción

3.Fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas

4.Mejorar las condiciones de ejercicio de la libertad de prensa

5.Consolidar las instituciones republicanas

6.Implementar políticas de empleo

7.Mejorar la asignación de recursos en las partidas presupuestarias en las áreas de salud y educación

8.Profundizar la lucha contra la pobreza

9.Implementar medidas de desarrollo económico

10.Optimizar la recaudación fiscal para avanzar hacia una mayor autonomía financiera

11.Generar clima favorable a las inversiones

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